21.1.14

Money, money, money...


Desde que en 1985 nos obsequiara con la muy desfachatada y negra Jo, ¡Qué Noche! (patético título español de After Hours), Martin Scorsese no había vuelto ha vuelto a pisar el terreno de la comedia, a excepción de algunos ramalazos de la misma en la muy delicada e imponente LaInvención de Hugo. Con su nuevo film, El Lobo de Wall Street, el director neoyorquino regresa de nuevo al género.

El Lobo de Wall Street se acerca, de forma satírica y un tanto alocada, a la vida de Jordan Belfort, un cínico de muchísimo cuidado que labró su propia fortuna a costa de los demás. Un tipo que tenía muy claras sus intenciones en esta vida: hacer dinero, mucho dinero, aunque para ello tuviera que recurrir a estrategias muy poco éticas y en nada legales. Antes de los 20, empezó a trabajar como bróker en Wall Street y, a los pocos años, montaba su propia empresa bursátil, la Stratton Oakmont, en compañía de un socio tanto o más descerebrado que él, Donnie Azoff.


La cinta, ambientada a finales de los años 80, más que una disección del funcionamiento económico de la sociedad actual, se centra, ante todo, en los desmanes y excesos del tal Belfort, un joven sin escrúpulos que dilapidaba gran parte de sus millonarias ganancias (aparte de en grandes mansiones, yates y helicópteros) en pagarse sus propios vicios: drogas de todo tipo y colores, alcohol y mujeres; adicciones, todas ellas, tratadas desde un prisma absolutamente gamberro y que, en la vida real, fueron dejando al descubierto, ante los ojos de la ley, los sucios tejemanejes de él y su socio.


Scorsese, a sabiendas de que la mayoría de espectadores son pocos duchos en materia económica, deja a un lado temas que podrían resultar farragosos y complicados y, aunque esbozándolos siempre levemente para demostrar la poco fiabilidad de sus protagonistas, apunta directamente a enseñar la irreflexiva existencia de un tipo que iba de sobrado (¡y muy colocado!) por la vida.

Su humor es de lo más incivil, por momentos hasta delirante, consiguiendo, con ello, pasajes de absoluta (aunque cáustica) jocosidad, como la escena del colocón a base de pastillas que deja a Jordan y a Donnie totalmente descompuestos en pleno acoso por parte del FBI, o la que la mujer de Jordan, ante la hija pequeña de ambos, intenta castigarle negándole el sexo por sus excesos extramatrimoniales.


Leonardo DiCaprio -que ya había flirteado anteriormente con la comedia en Atrápame Si Puedes-, en la piel del convulsivo Jordan Belfort, demuestra sus grandes dotes cómicas y, tanto por su magnífica interpretación como por su continua presencia en pantalla, acaba por convertirse casi casi en el amo y señor de la película. Y digo “casi casi” porque su segundo de abordo, un impresionante Jonah Hill, está que se sale en el papel de su (igualmente descontrolado) socio y amigo Donnie, otro tarambana al que los narcóticos le van más que a un tonto un caramelo.


Gracias a su ritmo trepidante, la tres horas de metraje pasan en un abrir y cerrar de ojos. Scorsese está en estado de gracia. Se acerca al mundo del feroz capitalismo actual con la escopeta cargada y, sin aburrir al personal con detalles técnicos, nos deja bien claro que los crápulas que se están metiendo nuestro dinero en sus bolsillos son unos hijos de puta de muchísimo cuidado. Y lo hace de forma divertida, sin comidas de coco, sin desdeñar alguna que otra incursión melodramática (la tensa discusión matrimonial) y, al mismo tiempo, presentándonos una fauna ciertamente demoledora. Y es que, alrededor de Jordan y Donnie, pululan un montón de personajes a cual más peculiar y sospechoso. No se la pierdan.

3 comentarios:

Andrew Zimmerman dijo...

Maravillosa

Cine filo dijo...

Buena pelicula, pero muy larga.. no me parece un peliculon.

jota dijo...

Hombre, eso de que los espectadores de las pelis de Scorsese no son muy duchos en economía es mucho suponer. Si fueran las de las pelis de Scary movie, todavía... Precisamente ese tufillo de mirar por encima del hombro al espectador es lo más irritante de una peli antipática y que también va de sobrada y que no termina nunca. Casi prefiero "La gran estafa americana", que tampoco es nada del otro jueves. En el reino de los ciegos...