14.8.13

Amnesia y depilación


Con Trance, Danny Boyle entra a saco en su peculiar estilo, jugando con la narrativa y utilizando curiosos y trabajados recursos visuales. De hecho, el Boyle de Slumdog Millionaire y 127 Horas se muestra en toda su extensión: flashbacks, planos imposibles y un imparable sentido del ritmo, dominan toda la proyección.

La historia, de partida, parece simple, aunque el realizador británico se muestra totalmente habilidoso al convertirlo en un atractivo (aunque no muy creíble) galimatías. Trance es un thriller marcado por la amnesia de su protagonista, un asistente de una importante casa de subastas londinense que, tras aliarse con una banda de ladrones, sustrae una pintura de alto valor económico. Un golpe recibido durante el atraco hará que el tipo pierda totalmente la memoria, olvidándose por completo del lugar en donde ha escondido el botín.


La fuerza de la película, más que en su improbable argumento, radica en su exposición: hacía adelante, hacia atrás, ralentizándo sus imágenies e insertando pequeños flashes orientativos que, al final, servirán para dar coherencia al puzzle planteado. Un rompecabezas que se sostiene sobre una pieza esencial, el del personaje al que da vida una descomunal Rosario Dawson, una terapeuta especializada en la hipnosis y sobre la que recaerá el trabajo de recuperar la memoria del aturdido ladrón.


Sólo por la Dawson ya vale la pena enfrentarse a Trance. Sólo por ella y por su depilación instantánea de bajos. Inolvidable. Para chuparse los dedos.

1 comentario:

El Señor Lechero dijo...

Peliculón y gran papel de Beluccio