5.3.13

Polis y ladrones de opereta


La creatividad de un director como Ruben Fleisher (el artífice de Bienvenidos a Zombieland) ha sido anulada totalmente por los designios de una Warner Bros en busca de un producto de cine negro en donde los tópicos se acumulen de forma descontrolada. Gangster Squad es su resultado: un producto endeble, con protagonistas fabricados en serie y una historia mínima (por no decir inexistente) que contar.

Su imperceptible hilo argumental es toda una perogrullada; lo nunca visto. Cójanme a John O’Mara, un poli duro, leal y legal, acostumbrado a soltar mamporros a diestro y siniestro y dispuesto a todo por hacer prevalecer la justicia. Dótenle de poderes especiales para crear un grupo de expertos detectives que luchen por conseguir la captura de Mickey Cohen, un mafioso sin escrúpulos dispuesto a erigirse en el amo de la ciudad de Los Ángeles. Y enfréntelos en una batalla sin cuartel, no sin antes sacarse de la manga el personaje de una putilla de buen corazón que, siendo la amante del gángster, iniciará una historia de amor con uno de los hombres de O’Mara.


La cosa que propone la Warner a través de su intermediario (¿o muñecote?) Ruben Fleischer es como lo de Los Intocables de Brian De Palma, pero en cutrón e insostenible. El Josh Brolin que da vida al irlandés O’Mara parece escapado directamente de las viñetas de Roberto Alcázar y Pedrín, mientras que Sean Penn, en la piel del malvado Mickey Cohen, se desmadra a sus anchas sin nadie que controle sus excesos histriónicos.


La desproporción es la clave del film. Todo cuanto ocurre es de lo más exagerado. Casi cada diez minutos hay un pasaje violento con más de una ejecución incluida. A veces, tales momentos, parecen robados de los célebres cartoons de la propia Warner. Los diálogos andan escasos; todo lo contrario de lo que sucede con sus numerosas (y muy vacías) escenas de acción. Tortazos, explosiones y tiroteos. Y, de nuevo, por si no hubiera suficiente, más tortazos, explosiones y tiroteos.

La historia (aunque sea minúscula) parece no interesarles en absoluto a los responsables de tal chorrada. La cuestión es que tenga ritmo y se acribillen sin parar (y, a ser posible, sin mediar palabra), mientras que en pantalla vayan asomando los caretos de Brolin y Penn secundados por gente guapa como Ryan Gosling (sin mondadientes) o Emma Stone. Lo demás no importa. Lo bonito es epatar al precio que sea.


¡Con lo majo que estaba el cine negro de la Warner cuando era en blanco y negro!

2 comentarios:

El Señor Lechero dijo...

La película es un calco de "Los intocables" que alcanza el nivel de plagio.

Juan dijo...

Me parece un blog muy completo y con mucha información. Enhorabuena.
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