13.1.17

Gore, religión y objeción de conciencia


En Hasta el Último Hombre, la nueva película como director de Mel Gibson, se aúnan tres de las constantes en la filmografía del realizador: religión, violencia extrema (casi me atrevería a afirmar que gore) y, aunque resulte paradójico, todo un canto al pacifismo. De hecho, la cinta se basa en un caso verídico, el que protagonizó Desmond Doss, un joven objetor de conciencia que, a pesar de su ideología, prestó sus servicios como médico militar en el frente de Okinawa, en el Pacífico, durante la Segunda Guerra mundial.

Claramente, el trabajo de Gibson está planteado con vistas al Oscar y, para ello, contando con la sempiterna estructura de cualquier biopic que se preste, su primera parte –en la que se presentan los personajes principales de la trama y se asiste a la instrucción militar de su protagonista- resulta tan formal y academicista que, a pesar de los esfuerzos del realizador por darle cierto ritmo a la cosa, acaba aburriendo hasta a las musarañas. Aparte, es tanta la carga religiosa que acarrea el personaje y las motivaciones del joven Doss que, por momentos, me pareció incluso un insulso y ofensivo manual del buen cristiano; tan insulso casi como la interpretación de un inexpresivo Andrew Garfield, actor sobre el que recae la mayor parte del peso del film.


Su segunda hora de proyección ya es harina de otro costal y es allí en donde Gibson se mueve con más soltura pues, en ella, se nos muestra sin tapujos el combate en Okinawa al más puro estilo de lo que hizo Steven Spielberg a la hora de rodar el cruento desembarco de Normandía en Salvar al Soldado Ryan. Totalmente explícito en detalles, Hasta el Último Hombre se convierte en un potente festival gore en todos sus aspectos: cuerpos amputados y sangre a borbotones, servido todo ello por una filmación tan frenética como perfectamente controlada y en la que la tensión resulta uno de los factores más determinantes de la batalla. Lástima, de todos modos, que esos trepidantes y magnéticos 60 minutos acaben rociados de ese aire místico y milagroso que el director intenta vendernos por encima de todo.


Un producto irregular, compuesto de dos partes bien diferenciadas (una típica y tópica y la otra delirante e inquietante) que, en todo momento, intenta vendernos eso ya tan cansino de que Dios existe.

3 comentarios:

caligula dijo...

Saco la pala. Se ha muerto William Peter Blatty escritor de El Exorcista, libro y pelicula. Lei el libro hace años que me lo dejaron porque resulta que esta descatalogado. La peli es mejor. Y la historia real es muy curiosa. Una pista: le pasó a un niño y no a una niña. Hay un docimental que da un mal rollo....
De la peli de Gibson, totalmente de acuerdo. La primera mitad muy cursi. Porque quiere ser una versión light con Vince Baugh que no es Louis Gosset Jr ni el tío de La Chupa de Chapa (aka La Chaqueta Metalica). Pero a la que pegan tiros mola que te pasas. Da la sensación de que con más pasta habría sido mejor pero queca Gibson no se la dieron... porque el tío es como es. Ahora bien, después de haber ido varios veranos a los campos de batalla de las guerras mundiales (Normandía Verdun Ypres Austwitz Dachau. Carentan Los Borgos) y ver lo que allí pasó hasta se me quedó corto y no tan gore.

caligula dijo...

Y no soy un robot!!!
Joer aqui no se puede poner carita sonriente.

El Señor Lechero dijo...

No he visto sus resultados en la prueba Voight-Kampff, así que no pondría yo la mano en el fuego, micer Caligae. En cuanto a la peli, la verdad es que el tráiler -como siempre- lo cuenta todo, todo y todo. Así no dan ganas de tragarse la versión ampliada. Por otra parte, parece que Hollywood ya le ha levantado el veto a tito Mel, después de varios años en el ostracismo. Hay que ver cómo está: parece el hermano cabreado de David el Gnomo.