Hace más de 27 horas que nos dejó Elías Querejeta,
uno de los productores españoles más atrevidos de la industría cuyo cine, feroz y
comprometido, vivió dulces horas y se
caracterizó, en plena dictadura, por plantarle cara al franquismo. Ayer, a los
78 años de edad y en su último encuentro, sintió el aliento del diablo y se
encaminó, estando de cuerpo presente, al jardín de las delicias.
Nos enseñó que, a pesar del desencanto y de que
vayamos con los ojos vendados, el Sur también existe. Afrontó su trabajo
deprisa, deprisa, desde la madriguera. Las secretas intenciones y los desafíos
de Querejeta quedaron latentes en su cine, haciendo a través de él una gran dedicatoria
a un Dios desconocido.
Impregnado del espíritu de la colmena y amparándose
en las palabras de Max, con la ayuda de la prima Angélica, Tasio y Pascual Duarte,
escribió las cartas de amor de un asesino y las cartas de Alou.
Los lunes al sol, desde su barrio y en familia, nos contó historias del Kronen para después, una noche de verano y en
compañía de Ana y los lobos, salir a la caza del director de más prestigio.
Si volvemos a vernos, cuando vuelvas a mi lado,
montaremos un campeonato con siete mesas de billar francés.
Descanse en paz.
1 comentario:
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