31.12.07

Recapitulando (I): Lo más mejor del 2007

Como cada año, en una fecha como la de hoy, es casi obligatorio el repaso a lo mejor y lo peor de la temporada en materia cinematográfica. Al igual que en otras ocasiones anteriores, les cuelgo las que para mí han sido las 10 mejores películas del 2007. Están todas las que son, pero no son todas las que están. Les puedo asegurar que ha sido una elección difícil y que, debido a ello, varios títulos ciertamente remarcables, como por ejemplo [REC], Fast Food Nation o 13 Tzameti, han quedado fuera del listado final.

Mañana, recién estrenado el 2008, les dejaré con los peores estrenos del 2007.

Vayamos ya a por los 10 más brillantes. Y, siguiendo la tradición, ordenados de menor a mayor grado; del 10 al 1.

10.- Ratatouille. Uno de los platos más sabrosos y exquisitos en cuanto a animación cinematográfica se refiere. Una rata de cloaca, de paladar exquisito y espléndida cocinera, con sus ricas recetas devolverá el éxito a un restaurante parisino, de 5 tenedores, que empezaba a vivir su declive tras la muerte de su chef. Un crítico culinario, de sospechoso parentesco con el Nosferatu de Murnau, le otorga el puntito macabro y cinéfilo a la consolidación de Brad Bird como uno de los mejores realizadores en su género. El enlace matrimonial entre Disney y Pixar ha dado a luz a uno de los frutos más codiciados por todos los públicos.
(ver crítica)


9.- La Maldición de la Flor Dorada. Pocas veces el cine oriental llega a motivarme y a emocionarme como ocurre con este título de Zhang Yimou. Recuperando en parte el tono intimista que caracterizó la obra del realizador chino en sus inicios, éste urde un compacto melodrama de dimensiones shakespirianas en el que se mezclan, sin disonancia alguna, intrigas palaciegas y familiares con la épica del cine de acción más clásico. Y allí, situada en medio del atractivo tinglado visual y escénico, brilla con luz propia la exuberancia interpretativa y física de la ya reputada Gong Li. A destacar, ante todo, la media hora final, en la cual, centenares de guerreros armados y enfrascados en una cruenta batalla, arman la marimorena sin tener casi que recurrir a los manidos efectos digitales. La maldad humana y la podredumbre de una familia al ritmo de un enfebrecido e irrepetible juego de colores. Una maravilla.
(ver crítica)


8.- Concursante. El gallego Rodrigo Cortés, en su ópera prima, apunta fino y se declara como uno de los mayores terroristas en contra de la banca, Hacienda y del tejemaneje de los impuestos. Un concurso televisivo, un ganador millonario y una excelente lección didáctica sobre economía, son los principales ingredientes con los que el realizador ha fabricado su bomba cinéfila en contra del capitalismo y la sociedad de consumo. Es una pena que el público le diera la espalda al que considero el mejor producto nacional de este año. Un film trepidante, combativo, hiriente, cáustico y con un envidiable sentido del humor, capaz de albergar al mismo tiempo una de las mejores interpretaciones de Leonardo Sbaraglia y de convertir, a un extravagante Chete Lera, en el portavoz más sarcástico de la contra economía mundial. Junten el sano surrealismo de los Monty Python con la bergmaniana El Séptimo Sello y obtendrán una magistral lectura del porqué la mayor parte de familias españolas las pasan canutas para llegar a fin de mes.
(ver crítica)

7.- Diario de un Escándalo. Judi Dench vs. Cate Blanchett: un duelo interpretativo y femenino de excepción al servicio de un título vibrante y de corrosiva acidez. La historia de una relación de amistad femenina que se rompe, de forma inesperada y con consecuencias nefastas para ambas, debido al descubrimiento de un inconfesable secreto de una ellas. Un melodrama de claros tintes psicológicos, en el que la mentira y el engaño juegan un importante papel. Los tonos apagados de la excelente fotografía de Chris Menges y la sordidez de su cerebral y minucioso guión, acaban de obrar el milagro. Cine sin concesiones y plagado de presumibles delitos morales. (ver crítica)


6.- En Algún Lugar de la Memoria. Es una lástima que, personalmente, descubriera un producto tan sólido como éste a destiempo. Su corta e inexplicable permanencia en pantalla tuvo en parte la culpa. Si no lo vieron en su día, aún pueden recuperarlo gracias al DVD. Un modo diferente de reflejar los efectos psicológicos, sufridos por los neoyorquinos, un tiempo después del fatídico 11-S. Una película emotiva y extremadamente sensible aunque, al mismo tiempo, no exenta de un muy sutil sentido del humor. En ella cabe destacar, ante todo, la magnífica labor de un Adam Sandler en un papel nada habitual en él y la manera como su director, Mike Binder, afronta una historia en la que la amistad y los valores humanos están por encima de todo.

5.- Apocalypto. Una delirante y trepidante ficción sobre la decadencia del Imperio Maya, narrada desde el punto de vista de la aventura; una aventura al mismo nivel que las del cine clásico de toda la vida, aunque con matices muy cercanos al gore. A Mel Gibson le va la violencia descarnada y, a través de ella y del descubrimiento del significado de la palabra miedo por parte de sus protagonistas, configura un particular análisis de lo que supone la lucha por la supervivencia Una cinta visceral y además entretenida al cien por cien, aunque no apta para los más aprensivos. Sacrificios humanos, decapitaciones, arenas movedizas, animales salvajes, luchas cuerpo a cuerpo, persecuciones, cascadas...: un festival de tópicos perfectamente sincronizados para servir el espectáculo, en bandeja de plata, al patio de butacas. Su escena final, a mi parecer irónica y cargada de mala leche, levantó cierta polémica entre los espectadores.
(ver crítica)

4.- Juegos Secretos. La modélica imagen de la familia norteamericana, puesta en solfa por la corrosiva visión de Todd Field. Con un mínimo de elementos perfectamente utilizados, hilvana una historia escrita de manera modélica y en nada previsible. Un melodrama plagado de sentimientos y vivencias humanas que navega, durante todo su metraje, rayando la tragedia. Una tragedia que se intuye pero que jamás se hace visible al espectador. El aire de fatalidad que impregna el ambiente del barrio en el que residen sus personajes, es más que suficiente para demostrar que pocas cosas en nuestra sociedad funcionan correctamente. Las discutibles acciones de los protagonistas nunca son juzgadas por la cámara de Field; ésta tan sólo actúa como simple observadora de un grupo de seres humanos que, como tales, van moldeándose a través de sus errores y sus aciertos. Y, al igual que Sam Mendes en la magnífica American Beauty, incide en las crisis personales, la infidelidad, el miedo y la hipocresía. Un título reposado, elegante, sensual y académico. Un regalo para sus ojos y sus sentimientos en el que, por si fuera poco, Kate Winslet y Jennifer Connelly destacan por sus interpretaciones. Añádanle, a todo ello, la inquietante presencia de un ex convicto, acusado de pederastia, y tendrán la fórmula mágica para conseguir una inolvidable lección de gran cine. Real como la vida misma.
(ver crítica)

3.- El Libro Negro. El regreso de Paul Verhoeven a Holanda, su país natal, nos ha regalado una las experiencias cinematográficas más trepidantes e ingeniosas del año. Jugando con los típicos y tópicos del cine sobre la Segunda Guerra Mundial de toda la vida, nos devuelve el mismo aroma que desprendían esas viejas cintas en donde los nazis campaban a sus anchas provocando el terror por donde pasaban. Una vorágine imparable de acción, misterio y comedia que, desde el prisma de la serie B (aunque con todo lujo de detalles), huye de cualquier atisbo de realismo para centrarse en el más puro de los entretenimientos. Siendo fiel a la escabrosidad de la que hacía gala en la mayor parte de su filmografía anterior, se decanta en su narrativa por una ficción electrizante y una dirección artística soberbia y detallista. Y, al igual que en esas antiguas películas a las que homenajea, opta por retratar satíricamente al ejército nazi. Persecuciones, tiroteos, torturas y erotismo: un poco de todo al servicio de un enmascarado aunque gigantesco guiño al espíritu romántico del Encadenados de don Alfredo. Una elogiable y muy particular mirada sobre la resistencia holandesa, construida a golpes de esa desfachatez incontrolada, y a veces provocativa, que tanto le encanta a su realizador.
(ver crítica)

2.- Zodiac. Uno de los trabajos más austeros y minuciosos de un David Fincher deudor, en este caso, de títulos tan emblemáticos como Todos los Hombres del Presidente y El Estrangulador de Boston. La estética de los años 70 y una narrativa de lo más académica, conforman la madurez del director. Basada en una historia real, Zodiac es la plasmación absoluta de una obsesión paranoica: la de un caricaturista del The San Francisco Chronical que, contra viento y marea, se propuso desenmascarar la personalidad de un serial-killer que aterrorizó a la bahía de San Francisco durante largos años. Una descripción, al mismo tiempo, socio-política de los EE.UU. en las distintas etapas en las que transcurrió la investigación. Un film conciso, frío y distante con sus personajes principales y que, asimismo, se muestra capaz de afrontar las escenas de tensión con una corrección majestuosa y sin los artificios habituales en los anteriores productos del cineasta. Elegante, diferente, inteligente y meticuloso; en una sola palabra: magistral.
(ver crítica)

1.- Promesas del Este. Al igual que hizo en Una Historia de Violencia, Cronenberg vuelve a refugiarse en el thriller para seguir escaneando la degradación moral y física de una familia, la cual, en este caso, se ve inmersa dentro del círculo de la mafia rusa instalada en la ciudad de Londres. Una trama enfermiza, en donde el narcotráfico y la trata de blancas juegan un papel importante, es el marco ideal para que el director canadiense deconstruya la decadencia del hampa actual. Pecados ocultos, crímenes, envidias, celos y recelos son las fichas con las que se mueven las piezas de una unidad familiar a punto de desmoronarse. El juego de las identidades, ya plasmado en su trabajo anterior, vuelve a estar presente en pantalla, guardándose en la manga el as de esa violencia tan habitual en su cine; una violencia que, en esta ocasión, tan solo usa de modo seco y controlado: un arma psicológica con la que rompe la calma chicha (pero tensa) con la que, en general, se ha acercado a esta historia. Un modélico Viggo Mortensen, con muy poco que envidiar al Kirk Douglas de los años 40 y 50, y la siempre agradecida y atractiva presencia de Naomi Watts, son dos de los instrumentos interpretativos que han ayudado a Cronenberg para seguir reinventándose a sí mismo.
(ver crítica)

No hay comentarios: