3.2.09

EN RESUMIDAS CUENTAS: Animalicos

Desde las pasadas navidades, Disney mantiene en cartel a un nuevo héroe canino, Bolt, un perro que, desde su más tierna infancia, creció convencido de estar dotado de poderes sobrenaturales. En realidad, el pobre animalillo es tan sólo un puro experimento de una cadena televisiva la cual, manteniéndolo escondido del mundo exterior y criándolo en el interior de sus estudios, le ha hecho creer ser el verdadero personaje de la serie de acción que protagoniza.

Dirigiendo el cotarro están Byron Howard y Chris Williams, mientras que John Lassiter, el genial artífice de Toy Story, se sitúa en el papel de productor y (casi aseguraría) de ideólogo. O, al menos, eso da a entender su primera parte, una vertiginosa introducción que se inicia a modo de Los Increíbles y que, a través de un giro inesperado, apunta hacia ese magnífico Show de Truman orquestado por Peter Weir. Después, cuando Bolt accidentalmente desaparece del set televisivo y hace sus pinitos por el mundo real, la cinta pierde enteros y se adentra en derroteros mucho más facilones y previsibles.

Una cinta irregular que, gracias a la aparición de un par de entrañables personajes en el devenir mundano de Bolt, evita caer en picado tras su fantástica e ingeniosa presentación. Una gata callejera neoyorquina y un hámster aficionado al zapping, obran el milagro de mantenerla a flote. Ellos dos, junto a un muy particular grupo de palomas (al que los argentinos Les Luthiers han puesto voz en su versión original), acaban convirtiéndose en la verdadera alma mater de un film que no consigue mantener el ritmo ni el interés que parecía prometer.


Por otra parte, y aún dentro del cine de animación, Dreamworks también aguanta en pantalla a su última criatura, Madagascar 2, la segunda entrega sobre esa panda de animales que, tras escapar del zoológico de Nueva York, varaba en la isla de Madagascar. Etan Cohen, el mismo de Tropic Thunder, ha sido el encargado de confeccionar su guión; un guión que, en este caso, no resulta tan ingenioso (ni tan destructivo) como cabía esperar de un gamberro como él. Excepto por cuatro destellos aislados, todo cuanto cuenta resulta demasiado acomodaticio, incluso para el público infantil al que va destinado.

Madagascar 2 narra el fallido intento, realizado por los citados animalicos, de regresar a su residencia, en el neoyorquino Central Park, a bordo de un destartalado avión reconstruido por una cuadrilla de pingüinos. Una vuelta accidentada ya que, durante el vuelo, se estrellarán en plena estepa africana, lugar en donde el tontorrón y danzarín del león Álex se reeencontará con sus padres biológicos.

Una película vacía, sin apenas historia que plasmar y que avanza, dificultosamente, a golpe de (hastiantes y nada inspirados) guinos cinéfilos. La inevitable melodía de Nacida Libre, los sacrificios humanos de Joe Contra el Volcán o ciertas referencias a los ritmos musicales de West Side Store, son tan sólo una mínima muestra de las ingentes cantidades de cansinos homenajes al Séptimo Arte, un recurso ya nada sorprendente en el universo del cine de animación.

Suerte de la alucinante historia de amor entre un hipopótamo y una jirafa y, ante todo, de ese grupo salvaje que componen la panda de pingüinos. Ellos, por sí solos, ya salvaron la primera entrega y, vistos los resultados, han vuelto a realizar idéntica proeza.

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