9.5.06

Una Mosca en El Apartamento

Cualquier Día En Cualquier Esquina es uno de los títulos menos conocidos de la filmografía de Robert Wise, pero no por ello el menos interesante. Se trata de un film de escasa difusión que, sin embargo, puede ser redescubierto ahora gracias a su edición en DVD.

Sin ser el mejor trabajo del desaparecido realizador norteamericano, el producto hace gala de la profesionalidad y la artesanía con que éste afrontaba cualquier tipo de género. En este caso se trata de una comedia sentimental, adaptada para la pantalla grande según una obra teatral de William Gibson y en la que su pareja protagonista, Robert Mitchum y Shirley MacLaine –dos innegables monstruos de la interpretación-, acaba erigiéndose en su mayor aliciente ya que éstos, aparte de cargar con casi todo el peso del film, demostraron tener más química entre ellos de lo que el público podía esperar de dos actores de características (y edades) tan dispares.

Tan sólo habían pasado dos años desde que Shirley MacLaine diera vida a la ascensorista Fran Kubelik para El Apartamento de Billy Wilder. Seguramente la presencia de la actriz en la película de Wise no es el único punto de contacto con la magistral cinta del director austrohúngaro: su cuidada fotografía en blanco y negro (amparada por un aprovechamiento total del formato scope), el protagonismo geográfico de la ciudad de Nueva York, la dirección artística de Edward G. Boyle (en la que se resalta, a modo y manera del mismísimo Alexander Trauner, el diseño del interior de los apartamentos de Mitchum y MacLaine), la jazzística y preciosa banda sonora de André Previn y el tono ácido e hiriente de su narración, convierten a Cualquier Día En Cualquier Esquina en una heredera directa del film protagonizado por Jack Lemmon.

Mitchum es Jerry Ryan, un hombre solitario, abogado, recién llegado de Nebraska a la ciudad de Nueva York, lugar en el que vive de manera austera (y, en parte, autodestructiva) huyendo de una relación matrimonial que considera asfixiante. Deprimido, buscará ayuda en la figura de Gittel Mosca, una joven neoyorquina que, instalada en un pequeño apartamento del Greenvich, subsiste a salto de mata ansiando recuperar su profesión frustrada como bailarina. Entre los dos nacerá una relación sentimental y de auto dependencia que, en todo momento, se verá marcada por la presencia "telefónica" de la mujer de Jerry, con quien éste ya ha iniciado los trámites para el divorcio.

La cinta se abre a ritmo de comedia. Diálogos punzantes, sardónicos e inteligentes delimitan, desde el principio, la relación de Jerry con la señorita Mosca. Mitchum y MacLaine están espléndidos. Ninguno de los dos resalta sobre el otro e incluso, el primero, le otorga una dimensión mucho más tierna y vulnerable a su eterno personaje de tipo duro. Poco a poco, a medida que su guión va centrándose más en la relación de éstos, la película adquiere un aire mucho más melodramático y triste. Sobre todo eso: triste.

Cualquier Día En Cualquier Esquina es una historia bonita, melancólica; una historia de siempre; una historia de amor más, sin sorpresas aparentes, aunque plasmada con oficio y artesanía. De eso, sabía un rato largo Robert Wise. La alegría y la emotividad se mezclan a partes iguales. Interpretación y diálogos son sus verdaderos protagonistas. Unos diálogos sagaces, divertidos y, a veces, cínicos. Muy cínicos. Mucho más rotundos que una bofetada.

No busquen en esta película la gran panacea del Séptimo Arte, pero revísenla. Vale la pena, aunque sólo sea para disfrutar con ese par de actores y con la fuerza y el cariño con los que Wise construía sus escenas. Un hombre que no descubrió nada nuevo en el mundo del cine, pero que fue capaz de aplicar con maestría todos los conocimientos adquiridos en la materia, dándole forma y carácter a una filmografía única: un verdadero artesano que trabajaba con el corazón. Tanto que, incluso, al final de Cualquier Dia... logró arrebatarme un par de lagrimillas.

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