24.5.06

Ustedes lo han querido: PLATOON

No lo había vuelto a ver desde el día en que se estrenó. Y temía que Platoon hubiera envejecido mal, como tantos otros títulos. Revisándolo el otro día, les puedo asegurar que el film de Oliver Stone aún se conserva fresco, válido y efectivo al cien por cien. Y, además, acostumbrados al cine actual del realizador, posee un aliciente más: el de poder ver una de sus películas menos arriesgadas -visualmente hablando-, filmada cuando aún (por suerte) no experimentaba de manera abusiva con la utilización de diferentes formatos cinematográficos y de vídeo.

Aparte de ser una película en cierta parte autobiográfica (ya que se basa en las experiencias de Stone en Vietnam como corresponsal de guerra), Platoon, en su filmografía, abre de manera brillante su trilogía sobre esa estúpida guerra; a ella le siguieron Nacido el 4 de Julio y la fallida El Cielo y la Tierra. Cada una tiene su propio estilo, aunque posiblemente la más clásica y personal sea la que ahora nos ocupa.

Chris Taylor es un joven que se ha alistado voluntario para luchar contra los vietnamitas en la espesura de una selva llena de trampas y con olor a muerte. Pocos de sus nuevos compañeros entienden que haya llegado al lugar sin ser obligado, pues la mayoría de ellos son chicanos o gente de color que no han encontrado otra salida para poder evitar su reclutamiento. La soledad de Chris, en el fondo, es el detonante que le ha impulsado a luchar cuerpo a cuerpo con los amarillos. Allí, de todos modos, descubrirá una verdad que nunca se había imaginado: no sólo luchaban contra el enemigo, pues la principal contienda la mantenían entre ellos mismos.

Resulta curioso que Charlie Sheen fuera el actor que diese vida al soldado Taylor ya que, años antes, su padre, Martín Sheen, había encarnado al capitán Willard, aquel que bajo las órdenes de Francis Ford Coppola se internara hasta el mismísimo corazón de las tinieblas para acabar con el alucinado Coronel Kurtz y su Isla Fantasía. Una casualidad que no es tal ya que, con total seguridad, Oliver Stone pensó en ese actor teniendo muy presente el icono en que se convirtió la imagen de su progenitor. Y, como era de esperar, Platoon, al igual que Apocalypse Now, retrataba el infierno en que acabó convirtiéndose la guerra del Vietnam. Cada una a su modo. La de Coppola mucho más onírico y surrealista, casi como una pesadilla; ésta, la de Stone, más realista y no por ello menos infernal. Y ambas bajo un prisma desgarrador en común.

Curiosamente, el casting de Platoon está formado contando con los hijos y hermanos de... No sólo está Charlie Sheen, sino que también aparecen, entre otros, Francesco Quinn (hijo de Anthony y hermano de Lorenzo Quinn) y Kevin Dillon (hermano de Matt Dillon). Y sin ningún parentesco a sus espaldas y en su tercera intervención para la pantalla grande, tenemos a un jovencísimo Johnny Depp, casi en pañales y que a duras penas tiene una única frase en el film.


Stone denuncia algunos de los desmanes de ciertos militares en sus andaduras selváticas y se centra, principalmente, en una indiscriminada matanza provocada por un violento mando del pelotón del cual forma parte Taylor. No se atreve a apuntar directamente al ejército como institución, sino que opta por salvaguardar la imagen de éste para ensañarse, de manera individual, en unos personajes en concreto. Para ello potencia y desmadra al personaje del malvado Sargento Barnes, llegando incluso a demonizar su figura como clara representación del mal, utilizando para sus propósitos a un Tom Berenger con el rostro plagado de cicatrices. En contrapartida, en el otro extremo del hilo y encarnando a la bondad y la comprensión, cuenta con Elias Brodin, otro sargento de la misma compañía al que da vida un moderado Willem Defoe en uno de sus papeles más recordados y emblemáticos.

Una excelente película, mucho más comprometida de lo que muchos pretendieron y con un par de escenas capaces de ponerle a uno la piel de gallina. Una de ellas es la citada anteriormente, la relativa a la destrucción de una pequeña aldea y el intento de violación de algunas de las mujeres del lugar por soldados norteamericanos. La otra, espeluznante, se encuentra en la demostración cruenta y visual de los efectos de barrido, humano y ecológico, causados por un bombardeo con bombas incendiarias de napalm.

Y es que los humanos no tenemos remedio. Para muestra, un botón. O sea: Platoon.

No hay comentarios: