4.11.04

Lío en los grandes almacenes

Él es el mejor en su oficio. Un vendedor con matrícula de honor. Elegante, seductor y un as a la hora de vender mercancías imposibles a sus clientes. Se trata de Rafael, un hombre que con su impulso y su experiencia ha conseguido llegar a encargado de la sección de ropa de mujeres en unos grandes almacenes. Ansía conseguir la plaza de Jefe de Planta. A toda costa. Sólo tiene un problema, la figura de Don Antonio, el encargado actual de la sección de ropa de hombres. Para uno de los dos será el ansiado cargo en el comercio para los que ambos trabajan desde hace años. Un inesperado giro en sus intenciones y la presencia atosigante de Lourdes, una de las empleadas de la empresa, cambiarán sus prometedoras expectativas.

Ésta es la premisa argumental del nuevo trabajo de Álex de la Iglesia, Crimen Ferpecto. Un título conflictivo y molesto para los correctores gramaticales de Word, tal y como comentó un buen día el honorable Jaume Figueras. Y también un título conflictivo, a mi entero parecer, en la filmografía de un Álex de la Iglesia que, desde hace un tiempo, no acaba de encontrar su sitio dentro del panorama del cine español.

Crimen Ferpecto es una película irregular, fallida, a pesar de sus sanas intenciones de volver a la normalidad tras aquel desbarajuste que supuso 800 Balas. Con la esperpéntica y macabra historia de un avispado vendedor, quiere recuperar el atractivo estilo utilizado en una de sus películas más redondas, La Comunidad, pero por sus desmanes narrativos y su toque exageradamente caricaturesco se acerca más a Muertos de Risa, otro de sus trabajos más forzados y no muy bien acabado, e incluso próxima por momentos (sobretodo en su delirante fragmento final) al erróneo universo creado por Javier Fesser para la olvidable La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón.

Y es una lástima, ya que tanto su prólogo, a modo de presentación, como todo aquello que hace referencia al accidentado suceso que mermará las ilusiones de nuestro mercader trepa resultan excelentes, debido a ese humor cínico y negro que destila y al ritmo narrativo empleado, endiablado y dosificado en la entrega de sus numerosos gags. Hasta aquí da la impresión que el director ha vuelto a recuperar su pulso narrativo, ese pulso que nos sorprendió a todos en Acción Mutante o en El Día de la Bestia. Incluso nos obsequia con una de las escenas más divertidas y surrealistas de su carrera, aquella en la que Lourdes invita a Rafael a cenar en compañía de sus padres. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto en el cine, incluyendo en todo ello a esa galería de peculiares secundarios que inundan el cine del realizador. Pero, por su exceso y ganas de exagerarlo todo, a partir de ese momento, Crimen Ferpecto entra en un acelerado declive. Todo está demasiado distorsionado, desdibujado. Pongamos que abusivamente astracanado, como en esas apariciones de un recuperado Luis Varela en claro homenaje a la soberbia Un Hombre Lobo Americano en Londres. Y ese cambio de tono, es triste el decirlo, pero merma todo el gancho inicial del producto.

De todas maneras, no sólo achacaría ese error a la dirección y a su poco cuidado guión. Gran parte de culpa la tiene Guillermo Toledo. Hasta el momento, el actor había funcionado a la perfección como un buen secundario, pero en esta ocasión demuestra no tener entidad suficiente como para aguantar el rol de Rafael durante todo su metraje. Su creación es excesivamente histriónica, pasada de rosca. En una palabra, cargante. Una creación seguramente influida por las indicaciones del propio Álex de la Iglesia para crear el registro concreto que diera vida a su crápula comerciante. Sea como sea, esa interpretación tiene muy poco de modélica y mucho de apayasada. Aunque, lanzando una pequeña puya en su favor, el pésimo trabajo de Mónica Cervera, su "obligada" pareja en la película, resulta incluso un tanto más insoportable y menos inspirado que el suyo, no ayudando en nada al buen devenir de este crimen. Un crimen bastante más imferpecto de lo que pretendía su director.

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