2.4.08

La felación

¿De qué modo se desenvolverá la vida sentimental y familiar de una mujer adulta cuando, a sus 18 años, cometió un acto inconfesable con el que tendrá que vivir a cuestas el resto de sus días? Esta es la cuestión principal que pretende desentrañar el neoyorquino Bob Goldthwait en Los Perros Dormidos Mienten, una comedia independiente y de bajo presupuesto aunque de resultados gratamente satisfactorios.

Una noche, durante su época de universitaria, la joven Amy, aburrida y sola en su apartamento, se siente más atraída por la visión morbosa de los genitales de su perro, que por la lectura del libro que tiene entre sus manos. Su inquietud por el pene erecto del animal es tal que, en la intimidad y el silencio que le otorgan las cuatro paredes del cuarto de baño, no podrá evitar realizarle una felación a su mascota..., un bóxer de tamaño considerable. Sin duda, se trata de un error que jamás volverá a repetir pero que, inevitablemente, marcará sus posteriores relaciones de pareja cuando sus compañeros pretendan sonsacarle algún que otro secretillo del pasado. Pero, a sabiendas que más que de un secretillo se trata de una guarrería de mucho cuidado, la chica tendrá serias dudas entre contar la verdad o inventarse alguna que otra mentirijilla para salir del paso...

Éste es el inicio de la sencilla aunque ingeniosa película de Goldthwait. Una cinta que se basa, ante todo, en la frescura de sus diálogos y cuyo mayor aliciente se localiza en la falta total de pretensiones. De hecho, su plana realización y sus flojitos actores (de entre los que tan sólo cabe destacar la solidez de su protagonista femenina, Melinda Page Hamilton), hacen pensar en las formas y maneras de un producto (sin serlo) amateur. Y les puedo asegurar que esa llaneza interpretativa, narrativa y de realización que desprende, más que un defecto se convierte en una de sus grandes virtudes; una cualidad que se ve potenciada por la melodramática comicidad de la experiencia vivida por la traumatizada Amy.

Con esta excusa, Los Perros Dormidos Mienten se plantea si es necesaria esa tan cacareada sinceridad, al cien por cien, que se exige para con la pareja habitual o, por el contrario, es mejor guardar en un cajón bajo llave ciertas nimiedades del pasado... aunque esta frivolidad sea la de haberle practicado una mamada a un bóxer. Al mismo tiempo, muestra los posibles efectos que tal descubrimiento causaría si llegara a oídos de la familia más inmediata; una familia, como ocurre con la de Amy, extremadamente conservadora y de misa diaria.

Un dilema moral, llevado con mucho tacto y sentido del humor, del que cabe subrayar un par de divertidas y gamberras referencias sexuales sobre el pasado (ficticio) de dos míticos personajes como Elvis Presley y Roy Orbison y que surgen, improvisadamente, de la confesión que una madre, ya mayor, hace a su hija durante una charla sobre la franqueza total (o no) en el matrimonio.

Estrenada casi de tapadillo y desgraciadamente con muy poco futuro en la cartelera actual, éste es un film al que vale la pena darle un vistazo lo antes posible, a pesar de sus evidentes irregularidades y su innegable pinta de cine amateur. No se trata de ninguna joya en bruto, pero sobresale al lado de otros títulos recientes que, con más aspiraciones y publicidad, ocupan la mayoría de salas españolas.

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