21.12.06

EN RESUMIDAS CUENTAS: Familias

El argentino Daniel Burman, en Derecho de Familia, su última película, da una nueva vuelta de tuerca a uno de sus temas preferidos, el de la familia, tal y como hizo hace un par de años con la aburrida y pedante El Abrazo Partido. Pero en esta ocasión, el realizador y guionista, se muestra mucho más fresco e ingenioso. Deja cualquier esbozo de pomposidad a un lado y, con mucho sentido del humor, entra de lleno en materia, al igual que hace un excelente Daniel Hendler, su actor fetiche, quien, repitiendo el rol de protagonista y a través de su propia voz en off, se alza en el narrador de una historia tan sencilla como emotiva y agradable.

El análisis de la sempiterna y conflictiva relación padre e hijo conforma el núcleo central del film Para ello, y a modo de personajes probeta, utiliza a un padre y a un hijo abogados. El primero, Bernardo Perelman, viudo y con un bufete particular a su cargo, posee un método de trabajo ciertamente efectivo en el trato con sus clientes, ya que se apoya más en su sabia psicología personal que en la complicada legislatura; el segundo, Ariel Perelman, ha optado por el funcionariado, ejerciendo como letrado y profesor al servicio del Ministerio de Justicia. Casado y con una hija pequeña, tendrá que hacer frente a un inesperado reto de su progenitor; un reto que le hará cambiar la forma de afrontar su propia existencia.

Un trabajo digno y efectivo, sin sorpresas aunque destilando sentimientos a diestro y siniestro. Y de fondo, complementando ese particular estudio paternofilial, una cínica y divertida crítica al universo de las guarderías infantiles; unos centros que, en lugar de suponer un descanso para los ajetreados padres que dejan allí a sus pequeñas criaturas, acaban convirtiéndose en locales que exigen de los mayores una hiperactividad fuera de lo normal (reuniones con los educadores, fiestas infantiles en las que han de colaborar...).

A pesar de su sencillez aparente, Derecho de Familia bien merece un vistazo. Aunque sólo sea para disfrutar con los pequeños toques surrealistas que usa Burman para adornar su narración.


En Irresistible, la australiana Ann Turner, también da otro vistazo a la unidad familiar, pero en este caso con una efectividad nula y de manera totalmente distinta a la de Burman. Un thriller de baratillo al estilo de los soporíferos telefilms de sobremesa, en el que lo único que destaca es la sobriedad interpretativa de Susan Sarandon, pues su insulso partenaire, un envejecido Sam Neill, tan sólo se dedica a poner cara de perversillo a lo largo de su inacabable metraje.

La historia es lo mismo de siempre: una mujer casada y con dos hijos, empieza a sospechar que su marido la engaña con otra. Cosas que aparecen y desaparecen misteriosamente de su domicilio y ciertos detalles que sólo son observados por ella, harán que la pobre y desamparada Sarandon quede ante los demás como una loca de remate. Con ínfulas de thriller psicológico, Irresistible juega -en todo momento- a ser una nueva revisión de Luz de Gas, para al final intentar sorprender al espectador a través de un forzadísimo y descabellado giro de guión.

Cuatro sustos falsos y mal metidos y la siempre interesante presencia de la protagonista de Thelma y Louise es lo poco que ofrece un producto que, por suerte, ha sido estrenado casi a escondidas. Y, la verdad, es que tal nimiedad no se merecía otro tipo de honores.

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