12.3.10

Bridges al cuadrado: Las dos caras de una misma moneda

Actualmente en cartelera, tenemos a Jeff Bridges por partida doble. Por un lado, ofreciéndonos su cara más sobria; por el otro, su vertiente más histriónica.

En Corazón Rebelde se puede apreciar al actor en una de sus interpretaciones más sólidas y alejada de cualquier tipo de sobreactuación. La composición que hace sobre un cantante country en horas bajas es antológica, digna del Oscar con el que fue premiado. Bad Blake es el nombre del personaje en cuestión; un tipo acabado que conoció tiempos mejores. Vive del pasado y, para subsistir, se gana unos pocos dólares actuando en pequeños antros de carretera. El alcohol, la soledad y su árido carácter son sus únicos compañeros de viaje.

Corazón Rebelde es una película pequeña, muy en la tradición del cine norteamericano sobre músicos de country. No molesta, se deja ver con agrado, pero no ofrece nada nuevo. La cinta, de hecho, es un inmenso regalo para Bridges. No hay que buscar más allá del sano lucimiento del actor en la película dirigida por el debutante Scott Cooper. Disfrutar con la voz ronca y profunda del que fuera Jeffrey Lebowski The Dude es un placer incomparable. El resto del film se deja ver (atención a la escena del bar con Robert Duvall), pero es tanta la fuerza del actor que con su trabajo se cubren todas las expectativas.


Otra historia completamente diferente es la de Los Hombres Que Miraban Fijamente a las Cabras, en donde el actor, acorde con la locura del film y en una clara posición de secundario, se decanta por su faceta más histriónica al encarnar al principal cabecilla de un pequeño grupo militar de élite que, allá por la década de los 80, empezó a experimentar con procesos psíquicos para afrontar ciertas misiones bélicas al servicio del ejército norteamericano.

Dirige Grant Heslov, un hombre ligado directamente al círculo cinematográfico (y experimental) formado por Steven Soderbergh y George Clooney que, con esta sátira, se acerca totalmente al espíritu burlesco que, en muchas ocasiones, ha destilado el cine del tándem citado. No es de extrañar, por ello, que Clooney se alce como el principal protagonista de un producto tan gamberro como innecesario y del que, a pesar de su inconsistencia argumental, se puedan entresacar momentos de total lucidez, tal y como sucede con ciertos gags (inmemorable el primer plano de Clooney conduciendo y demostrándole a su compañero el poder de su mirada) y en los innumerables (y siempre efectivos) guiños a La Guerra de las Galaxias y sus caballeros Jedi.

Bridges desmelenado; Bridges lacónico; Bridges emotivo; Bridges subiéndose por las paredes... Bridges para todos los gustos. Personalmente, me quedo con el Bridges de corazón rebelde antes que con el Bridges empecinado en mirar de frente a una cabra.

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