24.9.08

Conservas Masó

Empezó en eso del cine a muy temprana edad, trabajando como botones en los madrileños Estudios Chamartin. En 1954 llevó a cabo su primer guión (Como la Tierra) y un par de años más tarde, escribió y produjo el largometraje coral ¡Aquí Hay Petróleo!, debutando en la dirección, un par de décadas después, con Las Ibéricas F.C. Atendía por el nombre de Pedro Masó y hoy, con su muerte, desaparece un pedazo inmenso de la historia del Séptimo Arte en España y, por extensión, de todo un país.

Más de 80 películas producidas, una quincena de dirigidas y más de un centenar de guiones, han marcado el camino de un hombre que se caracterizó por apostar por un cine popular y sin complejos. En su faceta como productor desfiló desde la comedia más familiar y costumbrista hasta la del típico spanish show de boina encasquetada, mientras que, como realizador, coqueteó a menudo con el melodrama social, político y erótico. Un poco de todo al servicio de un público sediento de dobles sesiones en los viejos cines de barrio.

Detrás de la cámara, contó a los españolitos de a pié que significaba eso tan raro de la "experiencia prematrimonial"; a través de un grupito de guapas adolescentes, nos acercó hasta el soterrado mundo de la pornografía en el Londres de los años 70; violó y posteriormente encerró en prisión a una menor, acusándola de un crimen injusto; con la ayuda de un poco de miel, logró que un mojigato con la cara de José Luis López Vázquez babeara por la mismísima Jane Birkin y, ya en los 80, abogó por la Ley del Divorcio; una ley que venía y nunca llegaba.

En su vertiente como productor, y en plena Navidad, perdió al pequeño Chencho por las calles de Madrid para desgracia de su gran familia: dejó bien claro que la ciudad no era para PacoMartinezSoria; montó a una monjita testaruda en un Citroen; descubrió a muchos alcaldes que el turismo es un gran invento y, entre otras proezas, disfrazó de astronautas a Tony Leblanc y a Locomotoro.

Su cine puede gustar o no. Lo que es innegable es que, a golpe de celuloide, fue plasmando en imágenes la historia de un país y de un tiempo que ya ha quedado atrás. Cine en conserva, con demasiado almíbar pero, en el fondo, todo un díptico histórico del que no podemos renunciar.

Descanse en paz.

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