En Hasta el Último Hombre, la nueva película como
director de Mel Gibson, se aúnan tres de las constantes en la filmografía del
realizador: religión, violencia extrema (casi me atrevería a afirmar que gore)
y, aunque resulte paradójico, todo un canto al pacifismo. De hecho, la cinta se
basa en un caso verídico, el que protagonizó Desmond Doss, un joven objetor de
conciencia que, a pesar de su ideología, prestó sus servicios como médico
militar en el frente de Okinawa, en el Pacífico, durante la Segunda Guerra
mundial.
Claramente, el trabajo de Gibson está planteado con
vistas al Oscar y, para ello, contando con la sempiterna estructura de
cualquier biopic que se preste, su primera parte –en la que se presentan los
personajes principales de la trama y se asiste a la instrucción militar de su
protagonista- resulta tan formal y academicista que, a pesar de los esfuerzos
del realizador por darle cierto ritmo a la cosa, acaba aburriendo hasta a las
musarañas. Aparte, es tanta la carga religiosa que acarrea el personaje y las
motivaciones del joven Doss que, por momentos, me pareció incluso un insulso y ofensivo manual del buen cristiano; tan insulso casi como la interpretación de un
inexpresivo Andrew Garfield, actor sobre el que recae la mayor parte del peso del
film.
Su segunda hora de proyección ya es harina de otro
costal y es allí en donde Gibson se mueve con más soltura pues, en ella, se nos
muestra sin tapujos el combate en Okinawa al más puro estilo de lo que hizo
Steven Spielberg a la hora de rodar el cruento desembarco de Normandía en
Salvar al Soldado Ryan. Totalmente explícito en detalles, Hasta el Último
Hombre se convierte en un potente festival gore en todos sus aspectos: cuerpos
amputados y sangre a borbotones, servido todo ello por una filmación tan frenética
como perfectamente controlada y en la que la tensión resulta uno de los
factores más determinantes de la batalla. Lástima, de todos modos, que esos trepidantes y magnéticos 60 minutos acaben rociados de ese aire místico y milagroso que el
director intenta vendernos por encima de todo.
Un producto irregular, compuesto de dos partes bien
diferenciadas (una típica y tópica y la otra delirante e inquietante) que, en
todo momento, intenta vendernos eso ya tan cansino de que Dios existe.
3 comentarios:
Saco la pala. Se ha muerto William Peter Blatty escritor de El Exorcista, libro y pelicula. Lei el libro hace años que me lo dejaron porque resulta que esta descatalogado. La peli es mejor. Y la historia real es muy curiosa. Una pista: le pasó a un niño y no a una niña. Hay un docimental que da un mal rollo....
De la peli de Gibson, totalmente de acuerdo. La primera mitad muy cursi. Porque quiere ser una versión light con Vince Baugh que no es Louis Gosset Jr ni el tío de La Chupa de Chapa (aka La Chaqueta Metalica). Pero a la que pegan tiros mola que te pasas. Da la sensación de que con más pasta habría sido mejor pero queca Gibson no se la dieron... porque el tío es como es. Ahora bien, después de haber ido varios veranos a los campos de batalla de las guerras mundiales (Normandía Verdun Ypres Austwitz Dachau. Carentan Los Borgos) y ver lo que allí pasó hasta se me quedó corto y no tan gore.
Y no soy un robot!!!
Joer aqui no se puede poner carita sonriente.
No he visto sus resultados en la prueba Voight-Kampff, así que no pondría yo la mano en el fuego, micer Caligae. En cuanto a la peli, la verdad es que el tráiler -como siempre- lo cuenta todo, todo y todo. Así no dan ganas de tragarse la versión ampliada. Por otra parte, parece que Hollywood ya le ha levantado el veto a tito Mel, después de varios años en el ostracismo. Hay que ver cómo está: parece el hermano cabreado de David el Gnomo.
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