A punto de
que los Reyes Magos entres en nuestros domicilios, tal y como les prometí hace
unos días, hoy toca dar un repaso a lo que, para mí, ha sido lo peor de la
cosecha cinematográfica del 2015. Sin más dilación y de menor a mayor desastre
(o sea, del 10 al 1), aquí tienen la lista:
10.-
Irrational Man. Woody Allen sigue empeñado en eso de ofrecernos una película
por año, sea cual sea su inspiración. De hecho, su último film no es más que un
aburrido y cansino (por conocido) compendio de todas las neuras que el autor ha
ido volcando en su extensa filmografía. Y, para ello, se centra en un profesor
de filosofía totalmente quemado y cansado de la vida quien, durante un verano
en una Universidad de una pequeña ciudad a la que va a dar clase, y tras sintonizar
emotivamente con una de las estudiantes, tomará una desequilibrada decisión que
le dará sentido a su existencia. Más cercano en intenciones a Delitos y Faltas
y Match Point que a otros de sus celebrados títulos, Allen no ofrece nada nuevo
ni sorprendente al espectador, entrando otra vez en un juego en donde, a medio
camino entre el melodrama y el thriller (sin apenas recurrir a su habitual
sentido del humor), el azar se convertirá, por enésima vez, en su gran protagonista.
Suerte de la moderación con la que Joaquin Phoenix (cosa rara en él) y Emma Stone afrontan sus
respectivos personajes y que, en parte, ayudan a digerir mejor la insolvente
propuesta.
9.- The Interview. A pesar de llegar precedida de una campaña en donde se remarcaba el
malestar diplomático norcoreano ante la producción, la cinta, dirigida mano a
mano por Evan Goldberg y Seth Rogen, no es más que una idiotez más de esas que
protagonizan, de vez en cuando, el propio Seth Rogen en compañía de James
Franco y que, en esta ocasión, dan vida a un par de periodistas televisivos que
deciden viajar hasta Corea del Norte para entrevistar al líder de ese país en su
programa, ocasión de oro que aprovecha la CIA para convertirlos en un par de
asesinos profesionales y acabar la vida del dictador. O sea, humor descerebrado y de lo más barato al
servicio de una especie de sátira política sobre el régimen totalitario de Kim
Jong-un y del personaje en sí mismo y en donde, a duras penas, se puede salvar
un solo gag. Los Chiripitifláuticos hubieran tenido mucha más gracia. Y es que,
¿a estas alturas se puede esperar algo bueno de la pareja Rogen-Franco?
8.- El Becario. Tras la cámara Nancy Meyers (la de ¿En Qué Piensan las Mujeres? y The Holiday) y, dando la cara, ese cargante Robert De Niro en plan comediante
insufrible y la Anne Hathaway en su faceta más rosada y edulcorada. Un cóctel
envenenado en donde el buenismo campa a sus aires de manera bastante ofensiva.
Ella, la Hathaway, es una insoportable directora de una exitosa tienda de ropa on-line a
la que le reclaman ponga a otra persona en la dirección de la empresa; él, el
De Niro, un viudo jubilado que entra a trabajar como becario para convertirse
en el asistente personal de ella. Más previsible, imposible. Los tópicos se
asoman en pantalla a cada uno de los minutos de su extenso metraje. ¿Eran
necesarias dos largas horas para no contar absolutamente nada nuevo?
7.- Marte.
Ridley Scott hace tiempo que está encallado. Y Marte, su nuevo film, es una
buena muestra de ello. Largo, aburrido, falso y absolutamente vacío. La excusa,
la misión de rescate que se organiza para salvar a un astronauta que, tras
haber sido dado por muerto por sus compañeros de forma errónea, se queda solo y
abandonado una base espacial de Marte. Una carrera contrarreloj tan absurda
como poco probable, a pesar del empeño del realizador en hacernos creer que
todo lo expuesto está científicamente probado. Un prólogo pésimamente
narrado y confuso, da paso a una soporífera primera hora en donde Matt Damon hace lo que
puede (y más) para salvar su personaje. El resto del metraje, bastante más
acelerado, resulta de lo más increíble que he visto en años. Bien podría
haberse titulado Salvar al Astronauta Ryan.
6.-
Operación U.N.C.L.E. Revisión cinematográfica de la mítica serie El Agente deC.I.P.O.L. que, dirigida por un poco inspirado Guy Ritchie, se carga de un plumazo
el referente televisivo ya que, para empezar, se reinventa a sus dos personajes
principales, Napoleón Solo e Illya Kuryakin, el primero como agente de la CIA y
el segundo del KGB, al tiempo que los sitúa en el Berlín dividido en plena
Guerra Fría de los años 60. O sea, nada que ver con el original de televisión; por no haber, no hay ni una mínima
referencia al excelente tema musical que compuso Lalo Schifrin en su
día. En su desmesura visual habitual, Ritchie olvida
que su principal cometido es entretener, gastando todas sus energías en el
envoltorio y en la ambientación de una época, mientras que las escenas
de acción, siempre sincopadas (para no perder la costumbre), están metidas a cuentagotas. El contenido, en cambio, resulta de lo más vacío y estúpido
que uno se puede tirar en cara, igual que sus patéticos chistes. Y para colmo,
Napoleón Solo es idéntico a Toni Cantó. Caca de la vaca.
5.- El Niño 44. Tras la trepidante y entretenida El Invitado, Daniel Espinosa se
sumerge en un abigarrado, truculento y ridículo thriller ambientado en la Rusia
estalinista, lugar en el que un agente de la policía soviética, venido a menos
por ser considerada su esposa una traidora al sistema, investiga la posibilidad
de la existencia de un asesino en serie de niños. Mal escrita, peor dirigida y caóticamente interpretada.
A Tom Hardy se le ve totalmente perdido a través de ese impostado acento ruso
que suelta, mientras que Noomi Rapace sigue constatando que eso de la
interpretación no acaba de ser lo suyo. Farragosamente larga, intenta abarcar
demasiados temas sin centrarse nunca en ninguno de ellos, conteniendo incluso
algún que otro pasaje que, siendo teóricamente tenso, lo único que consigue es
provocar la carcajada del espectador. Penoso.
4.- Caza al Asesino. Un Sean Penn totalmente sobreactuado y un Javier Bardem igualmente
pasado de rosca, son los principales y penosos ganchos de uno de los thrillers
más rocambolescos y grotescos del año; cinta que tiene su escena cumbre y
final en la mismísima plaza de toros Monumental de Barcelona, en plena corrida
taurina, a pesar de que en Catalunya, desde hace bastantes años, se prohibió la celebración de la llamada Fiesta Nacional. Un despropósito descomunal, incapaz de
brillar ni por sus actores ni por su confusa (aunque en el fondo muy simple,
simplísima) historia, en la que un francotirador, años después de un trabajo en
el Congo, se convierte en el blanco de un escuadrón con orden de capturarle y
ejecutarle. Otra caca de la vaca más.
3.-
Cincuenta Sombras de Grey. La traslación cinematográfica del millonario best seller de la escritora E. L. James, no es más que todo un catálogo
gráfico de sadomaso light para marujonas. Por mucho morbo que quiera
desprender a través de sus imágenes y siguiendo la misma estética videoclipera
de la ochentera Nueve Semanas y Media a
la hora de afrontar sus escenas (en teoría) más subidas de tono, se queda en un
banal ejercicio de cine erótico totalmente descafeinado que tan sólo contentará
a ese público adolescente (ante todo femenino) que busca historias romanticonas
con dos protagonistas guapetones y, al mismo tiempo, a un montón de amas de
casa, de las de misa cada domingo, que creerán haber sobrepasado los límites de
sus creencias religiosas al aceptar, en silencio, un montón de escenas de
sadomasoquismo de lo más inocente y santurrón. 125 minutos imposibles de
digerir, incapaces de poner a tono al espectador y que, en más de una ocasión,
aparte de rozar el mayor de los ridículos, cae en los mismos tópicos de las más
cursis historias de amor con las que el cine nos ha castigado. Y se teme una
próxima secuela. ¡Mandan cojones!
2.- Autómata. Dirigido por Gabe Ibáñez (el mismo de Hierro), nos narra una historia
(pésimamente explicada) enmarcada en un desolado mundo futuro en donde un
agente de seguros investiga el asesinato de un robot. Dotado de un look visual inicial robado con
todo el descaro de Blade Runner, la
cosa cambia de aspecto (para ir a peor) cuando sus protagonistas salen de la
ciudad para adentrarse en un desierto colapsado por altos niveles de radiación.
Antonio Banderas ofrece una
de sus peores interpretaciones en años (comparable a la de su insoportable
papel en Los Mercenarios 3), mientras
que gente como Melanie Griffith (¡por Tutatis, lo que fue de la
Dolores!), Dylan McDermott o Robert Forster pululan entre autómatas como verdaderos
zombis. Y lo peor es que el amigo Ibáñez, en su oferta, denota
pretensiones de autor. Un despropósito al que no hay por donde pillarlo. Otra
caca de la vaca más a sumar al carro.
5 comentarios:
No he visto ni una. De todo eso que me libré.
Y ahora saco la pala:
http://www.elmundo.es/cultura/2016/01/11/5693551ce2704e9c7a8b4660.html
David Bowie acaba de morir. Para el resto no sé, pero para mí es toda una lástima.
Yo tampoco, y a Dios gracias.
Penica lo del Bowie. Me he acordado de «Laberinto» y de esto:
https://www.youtube.com/watch?v=oRllh5H_cCw
Que comienzo de año!! Pala en ristre entierro al bueno de Alan Rickman. Tenia una peli de detectives con Emma Thompson en la que los dos estaban geniales.
Si no recuerdo mal, la película que hizo con Emma Thompson de polis era la muy curiosa El Beso de Judas.
ESa misma era, don Spa. Muy allá no es que fuera la peli, curiosa como usted bien dice. Creo que estaba Emma Gugino (o como se escriba y se pronuncie su nombre), muy mona ella, y luego estaban los diálogos entre Rickman y Thompson, soltados a toda leche, sin pausa, y que eran divertidísimos y pelín bizarros.
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