10.4.06

Gris

Él es Macon Leary, un hombre triste. Se gana la vida viajando por el mundo, pues escribe guías para turistas. Se hace llamar El Turista Accidental. Sarah, su mujer, le acaba de dejar. La inesperada muerte del hijo de ambos, hace un año, ha roto la relación matrimonial. Ya no había comunicación entre ellos. Mientras Sarah lloraba en silencio la desaparición, Macon escondía celosamente sus sentimientos. El único nexo de unión con su hijo es el pequeño perro que éste poseía.

Éste es el punto de partida de una de las películas más tristes y sensibles de Lawrence Kasdan, el realizador y guionista que debutara en el mundo del largometraje con Fuego en el Cuerpo, uno de los mejores homenajes al cine negro de la década de los 80. Siete años después de este debut, volvió a juntar a su pareja protagonista, Kathleen Turner y William Hurt, en una historia tan desoladora y gris como El Turista Accidental. En realidad los juntó de nuevo para mantenerlos, luego en pantalla, muy poco tiempo unidos. Ellos son el matrimonio que se separa. Y él, un excelente William Hurt (en uno de sus papeles más sobrios y controlados), se convierte en el alma mater de la película, dejándole a Kathleen Turner un rol más secundario aunque de una gran consistencia.

El personaje de Hurt, Macon, se ampara en su soledad. Busca a ésta como refugio de una sociedad que le molesta. Nada le alegra. Excusa su adusto trato para con los demás comparándose con el carácter antisocial de su familia más cercana, Rehuye cualquier atisbo de confianza y amaga su tristeza en su interior. Es incapaz de mostrar sus sentimientos a los demás. Él y su sombra. O, lo que es lo mismo, él y el pequeño perro de su hijo; un pequeño can que, ante la ilógica falta de su mejor compañero de juegos, ha acabado adquiriendo un carácter tan ácido como el de su nuevo amo, su amo accidental.

La película de Kasdan es gris, oscura. Tan gris que incluso, en su parte final, que transcurre íntegramente en París, opta por retratar la capital francesa de una manera especial, diferente a lo que siempre habíamos visto en el Séptimo Arte. Colores apagados, casi sepias, se convierten en la característica más visible de las calles de una ciudad colorista. Ni una sola visión de la Torre Eiffel, ni de los Campos Elíseos. La postal turística de rigor no existe para el director de Reencuentro. París es tan sombría como su propio protagonista, un turista por obligación que se niega a descubrir su verdadera identidad, aunque busca soporte, de manera inconsciente, en la figura de Muriel, la desenfadada propietaria de una tienda de animales que está coladita por su persona.

Un film amargo, de esos que caminan a golpe de sentimientos; de los que provocan más de un nudo en la garganta. Pero Kasdan es un tipo inteligente. Sabe lo que se lleva entre manos y, cuando tiene al espectador a punto de sucumbir ante una posible sobredosis de tristeza, se saca un as de la maga y cuela algún que otro gag humorísitico a través del pequeño perro de Macon, de su peculiar familia o del fresquísimo personaje de Muriel (una encantadora Geena Davis, ganadora del Oscar a mejor secundaria por este papel).

Nadie como Lawrence Kasdan ha explicado, de manera tan eficaz, el dolor que significa la muerte de un hijo para unos padres. Ni siquiera el sobrevalorado Nanni Moretti, años más tarde, con su también sobrevalorada La Habitación del Hijo. Kasdan, a través del apesadumbrado personaje de William Hurt, dejó bien claro ese sentimiento de ahogo y ansiedad. La sensación que ofrece el actor de no salir nunca más a flote es algo inenarrable. Algo único. Sólo alguien como él, en un momento dado, es capaz de cambiar su registro y demostrar haber vencido esa angustia; y ello con la única ayuda de su rostro: el brillo de sus ojos y una mera sonrisa señalan que, ese turista accidental que jamás demostraba un mínimo atisbo de alegría, ha descubierto una puerta abierta. Y París volverá a ser más luminoso.

Recupérenla ya. No han pasado los años por ella. Y es que, cuando un guión no falla por ninguna parte, todo funciona a las mil maravillas.

¿Para cuando su edición en DVD?

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