El segundo día del Festival amaneció con La Vampira de Barcelona, una cinta que, ambientada en la ciudad de Barcelona a principios del siglo XX, retrata la historia real de una mujer, Enriqueta Martí, que fue acusada injustamente de asesinar y secuestrar varias niñas, imputándole todo tipo de delitos. El filme, del debutante Lluís Danés, se adentra en una particular escenografía, muy expresionista y al mismo tiempo teatral, que remite directamente al título homenajeado este año por el certamen, El Gabinete del Dr. Caligari, aunque salvando las distancias. Demasiado retórica en su planteamiento, la cinta se adentra en los tejemanejes políticos y sociales de un pasado macabro y oscuro, en donde un prostíbulo se convierte en el principal foco de atención de un sinfín de personajes maquiavélicos y corruptos. Pese a su aire innovador y rompedor, a mí me resultó un tanto aburrida, aunque con varios destellos de sabiduría cinematográfica. A destacar, ante todo, el nutrido grupo de sobresalientes actores de la escena catalana.
Ya convertido en un habitual del certamen y habiendo creado con su particular humor una genuina (y a veces discutible) legión de fans, el director francés Quentin Dupieux se embarca en el que, a mi gusto, es su mejor producto. De trata de Mandíbulas, una muy absurda y divertida comedia en la que un par de colegas muy colgados, tras descubrir por azar a una mosca gigante en el maletero de un coche, deciden adiestrarla y así dar rienda suelta a sus posibles y millonarios negocios. Una alocada y surrealista historia, llena de sorprendentes gags, que hará las delicias del público más gamberro y que contiene algún que otro guiño a los delirantes Beavis y Butt-Head. La carcajada está servida.
Cerrando el día, sufrí en mis propias carnes el despropósito de Aaron B. Koontz que lleva por título The Pale Door, una mezcla totalmente anticlimática entre el western y las películas de brujas. De filmación totalmente plana y con unos nefastos actores sacados del peor de los castings posibles, narra una olvidable historia sobre dos hermanos y su banda de forajidos quienes, tras asaltar un tren, deciden pasar la noche en un prostíbulo de mala muerte que les deparará inesperadas sorpresas. Aunque la verdadera sorpresa es que un producto tan patético como éste llegue a programarse en cualquier festival. Para gustos, colores. Por suerte, acabé dormido ante tan soporífera propuesta.
To be continued...