Un pequeño pueblo de la Norteamérica profunda. Una
chica violada y asesinada. Una madre dolida por la pérdida de su hija y
dispuesta a hacer frente a la policía local incapaz de dar con el culpable.
Tres carteles de carretera, situados a la entrada del pueblo y alquilados por
la madre, en los que se denuncia la ineficacia policial. Situaciones más que
suficientes para que Martin McDonagh, su realizador, desencadene una historia
magnética que navega entre el thriller, el melodrama y la comedia negra. Su
título: Tres Anuncios en las Afueras.
Tras habernos sorprendido gratamente con Escondidos en Brujas y Siete Psicópatas, el director londinense, al igual que en su
anterior film, vuelve a instalarse en los EE.UU. para afrontar otro producto
sin fisuras en el que, conservando ese humor un tanto cínico que le caracteriza
y le otorga personalidad a su obra, hace un perfecto dibujo de sus personajes
principales al mismo tiempo que brinda un curioso estudio sobre la maldad y la
bondad humana. El mal y el bien solapándose e interactuando en cada uno de sus bipolares
protagonistas; una simbiosis casi filosófica que, en el fondo, no es más un cruel
retrato de una considerable porción de la sociedad actual.
Su guión es preciso, tanto en el desarrollo de su
historia como en la construcción minuciosa de sus personajes. A McDonagh nada
se le escapa de las manos en su escritura y es capaz de sorprender al
espectador en cada uno de los giros de guión y sorpresas que va planteando a lo
largo de su metraje. Nada es lo que parece a simple vista pero, en la
bipolaridad que desborda su matemática trama, también todo es lo que parece
desde un buen principio. El juego de asociaciones psicológicas tan sólo acaba
de empezar.
Una fenomenal Frances McDormand interpreta a las mil
maravillas a Mildred, esa madre coraje que, en su obstinación por que la
policía atrape al asesino de su hija, no dudará en sobre limitarse en sus
acciones; una McDormand de Oscar casi cantado que se verá perfectamente arropada por un
Woody Harrelson fuera de serie dando vida al jefe de policía local, mientras
que un brillante Sam Rockwell, siempre al límite del histrionismo pero sin caer
nunca en él (tal y como demanda su particular personaje), da vida a Dixon, un
agente de policía un tanto desquiciado que lleva demasiados años dominado por la tiranía de su anciana madre.
Un microclima especial envuelve a los habitantes del
pueblecito en el que se desarrolla la acción; un microclima que afecta
claramente a los habitantes del mismo, desde el citado jefe de policía, pasando
por el dentista de la localidad o el enano enamoradízo (curioso Peter Dinklage) y terminando por el joven hermano de la víctima.
Un ambiente enrarecido al que han de acercase como espectadores, ya que no lo pueden dejar escapar de ninguna de las maneras pues, en el fondo, Tres Anuncios en las Afueras contiene grandes dosis de CINE
en mayúsculas. De lo mejorcito que he visto en tiempo. Para disfrutar desde el primer al último minuto.
2 comentarios:
Me encantó, señor Spaulding. Sobretodo esos personajes tan bien trazados, tan extremos y estrambóticos pero taaaaan humanos.
Excelente post! Te mando un saludo
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