Desde el 2010, año en que realizó la irregular y un
tanto soporífera Amador, Fernando León de Aranoa no había vuelto a dirigir
ningún largometraje. Ahora, 5 años después, lo hace con Un día Perfecto, uno de
los mejores trabajos de su carrera tras la estimable Los Lunes al Sol.
Basada en la novela de Paula Fairas Dejarse Llover,
Un Día Perfecto nos narra las vicisitudes por las que pasarán un grupo
de cooperantes que, durante el ocaso del conflicto de Los Balcanes y ante las
continuas e ilógicas trabas impuestas por los Cascos Azules, se disponen a
sacar un cadáver de un pozo que alguien ha tirado para dejar sin
abastecimiento de agua a los vecinos del lugar. Lo que podría ser un trabajo
muy sencillo, acabará convirtiéndose en una pesadilla para esa cuadrilla de personas bienintencionadas.
León de Aranoa se aproxima a un tema duro pero que,
con una esplendidez narrativa y argumental, sabe maquillarlo con un muy
particular sentido del humor; negro, muy negro, pero sentido del humor al fin y
al cabo. Con cuatro trazos perfectamente definidos de guión (escrito, mano a
mano, por el propio director y Diego Farias), define perfectamente a sus cuatro
protagonistas principales (tres hombres y dos mujeres) quienes, en busca de
soluciones para extraer al finado del interior del pozo, recorrerán una buena
parte del territorio a bordo de un par de jeeps y en compañía de un niño que ha
sido agredido por otros muchachos.
Llena de situaciones tan esperpénticas como
magnéticas y adornada con un sinfín de brillantísimos (e ingeniosos) diálogos,
transcurre un film ágil y capaz de atrapar al espectador en su trama desde su
primera e impactante escena.
Buena parte del magnetismo de Un Día Perfecto radica
en el personaje de un sobresaliente Benicio del Toro en una de las mejores
interpretaciones de su extensa filmografía, mostrándose capaz de dotar de una
profunda entidad a “Mambrú”, el cooperante al que da vida y que, a través de su
arrolladora presencia, hace que las también buenas actuaciones de sus
compañeros queden hasta incluso un poco deslucidas. Y eso que tanto Tim Robbins
como Olga Kurylenko y Mélanie Thierry bordan igualmente sus respectivos roles.
No les chafo más la historia. Mañana mismo se
estrena en nuestro país. Disfrútenla y descubran de qué modo, una historia que
podría haber resultado de lo más deprimente y angustiosa por su temática, deriva
hacia un film entretenido e incluso, por momentos, divertido, aparte de contener un final tan sorprendente como esperanzador. Y
acérquense a ella, a poder ser, en su versión original subtitulada, condición casi indispensable para su mayor complacencia.
Una de las mejores cintas de este verano. Ya
empezaba a echar en falta el buen cine que, en general, nos ofrecía Fernando
León de Aranoa. Y ahora, vuelve a estar en forma.