Ayer, después de muchos años, volví a ver E. T.. Y me sorprendió descubrir que aún conserva la misma capacidad de entretener y emocionar del primer día. Volví a sentirme un jovencito por un par de horas. Incluso hasta llegué a soltar una lagrimita.
23.8.13
14.8.13
Amnesia y depilación
Con Trance, Danny Boyle entra a saco en su peculiar estilo, jugando con la narrativa y utilizando curiosos y trabajados recursos visuales. De hecho, el Boyle de Slumdog Millionaire y 127 Horas se muestra en toda su extensión: flashbacks, planos imposibles y un imparable sentido del ritmo, dominan toda la proyección.
La historia, de partida, parece simple, aunque el
realizador británico se muestra totalmente habilidoso al convertirlo en un
atractivo (aunque no muy creíble) galimatías. Trance es un thriller marcado por
la amnesia de su protagonista, un asistente de una importante casa de subastas
londinense que, tras aliarse con una banda de ladrones, sustrae una pintura de
alto valor económico. Un golpe recibido durante el atraco hará que el tipo
pierda totalmente la memoria, olvidándose por completo del lugar en donde ha
escondido el botín.
La fuerza de la película, más que en su improbable
argumento, radica en su exposición: hacía adelante, hacia atrás, ralentizándo sus imágenies
e insertando pequeños flashes orientativos que, al final, servirán para dar coherencia
al puzzle planteado. Un rompecabezas que se sostiene sobre una pieza esencial,
el del personaje al que da vida una descomunal Rosario Dawson, una terapeuta
especializada en la hipnosis y sobre la que recaerá el trabajo de recuperar la
memoria del aturdido ladrón.
Sólo por la Dawson ya vale la pena enfrentarse a
Trance. Sólo por ella y por su depilación instantánea de bajos. Inolvidable. Para chuparse los dedos.
8.8.13
Un hombre raro, raro, raro...
Una de las mejores propuestas de este verano ha sido La Mejor Oferta, la nueva cinta de Giuseppe Tornatore, el realizador de la estupenda Cinema Paradiso. En ella afronta el retrato de un personaje tan atípico como entrañable, Virgil Oldman, un conocido agente de subastas que se caracteriza por su asumida soledad y sus numerosas excentricidades; un tipo que pronto empezará a matizar su carácter al entrar en contacto con una joven misteriosa y agorofóbica dispuesta a poner en venta las obras de arte heredadas de sus padres.
Todo un festival Geoffrey Rush al más alto nivel, el actor que da vida
al extravagante Virgil y que, a través de una sobriedad incuestionable, compone a un
personaje conflictivo sin caer en ningún momento en el más mínimo de los histrionismos.
Una actuación soberbia al servicio de una historia magnética y perfectamente
narrada, en la que se mezclan el melodrama y el thriller.
La intriga que propone no es muy sorprendente;
incluso, en ciertos aspectos, se me antoja previsible. Pero eso es lo de menos. De hecho, sus
giros de guión no son lo más lo más sugestivo del film. Su
verdadero intríngulis recae en su lento, minucioso e imparable crescendo narrativo y, ante todo, en el excelente
dibujo del personaje que encarna Rush, el verdadero núcleo de la
película y sobre el que gravitan presencias tan interesantes como las de Donald
Shuterland o la atractiva Sylvia Hoeks, esa enigmática Claire que despertará
sensaciones desconocidas en el estrambótico Virgil.
6.8.13
El primo hermano de John McLane
Tras un largo parón vacacional, regreso con las
pilas cargadas y dispuesto, en un principio, a irles ofreciendo información, a
modo de pequeñas grajeas vitamínicas, sobre los títulos que he ido viendo durante este
periodo de ausencia bloguera total.
Hoy empiezo con Objetivo: La Casa Blanca, una action
movie compacta y entretenida. Cine de evasión al cien por cien, con esa cosa
insufrible del Gerard Butler ejerciendo de héroe de acción aunque perfectamente
respaldado por gente como Aaron Eckhart, Morgan Freeman o Angela Bassett.
Dirige, con pulso firme y eficacia, un Antoine Fuqua al que le ha costado convencer
a las plateas desde su carismática y potente Training Day.
La cinta no es más que un claro acercamiento al
estilo de la Jungla de Cristal, sin John McLane pero si con Mike Banning (el
insoportable del Butler), un ex agente del servicio de seguridad del presidente
de los EE.UU. que, a pesar de estar
traumatizado por un accidente del pasado, pasa a ser el único hombre disponible
para deshacer un entuerto que podría poner en peligro la estabilidad de su
país: el presidente y algunos peces gordos se han convertido en rehenes de un
violentísimo comando coreano que acaba de tomar la Casa Blanca.
No esperen muchas sorpresas ni un guión despampanente. Sólo por la brillantez de sus
innumerables escenas de acción (no tiene desperdicio alguno la larga secuencia
del asalto a la Casa Blanca) y el nervio que le imprime Fuqua a la historia, ya
hay más que suficiente para disfrutar con la propuesta. El entretenimiento está
servido.
Si en lugar del Butler fuera otro el pájaro protagonista, el asunto seguramente aún funcionaría mejor.
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