Como cada fin de año y conservando la tradición, hoy
toca apuntar las que han sido, a mí gusto, las diez mejores películas del 2016.
Como siempre, algunos títulos interesantes han quedado fuera de la lista, tal y
como ha sucedido con la compacta El Contable, ese extraño cuento australiano
que atendía por La Modista, la gamberra La Fiesta de las Salchichas o las muy
emotivas El Olivo o La Correspondencia.
Pues nada, que aquí tienen las 10 mejores del año.
Y, como siempre, de menor a mayor relevancia. O sea, del 10 al 1.
10.- Dos Buenos Tipos. Una locura graciosa y, para
más coña, surtida de un sinfín de guiños cinéfilos ciertamente curiosos. Todo
un homenaje a las buddy movies de una época muy concreta que, ambientada con
mucho cariño en la década de los 70, nos acerca a la investigación que un par
de detectives inusuales de Los Ángeles llevan a cabo para descubrir el paradero
de una joven desaparecida. Ryan Gosling y Russell Crowe sorprenden con sus inesperadas
dotes cómicas y, su director, Shane Black, recupera el mismo espíritu gamberro que
vertió en Kiss Kiss Bang Bang dándole, en esta ocasión, cierta relevancia al
gag visual al más puro estilo Blake Edwards. Un entretenimiento en estado puro,
filmado y escrito sin complejo alguno.
9.- Espías Desde el Cielo. Militares, drones y
terroristas al servicio de una historia mínima pero altamente tensa en donde, a
través de una operación conjunta de los servicios de inteligencia británicos y
norteamericanos, un refugio de extremistas en Nairobi está a punto de ser
destruido. Sofisticado thriller psicológico y altamente crítico que demuestra
la sabiduría de su director, Gavin Hood, a la hora de manejar situaciones
angustiosas y al que hay que añadir un buen número de sobrias interpretaciones
a cargo de gente tan prestigiosa como Helen Mirren o el desaparecido Alan
Rickman. Cínica y brutal. Nunca hasta ahora los efectos colaterales de una
acción militar se habían reflejado con tanta mala leche como en este film.
8.- La Doncella (The Handmaiden). Una pequeña joya
del coreano Park Chan-wook que abriga una historia de timadores en la Corea
ocupada por los japoneses durante los años 30,
en donde un par de rufianes, un hombre y una chica experta en el arte del
engaño, se aliarán para conseguir que una muchacha adinerada caiga en las redes
sentimentales del primero para conseguir sus favores y su tentadora herencia. Dotada
de una belleza plástica insuperable y de una magnética narración, que en nada
rompe los cánones clásicos del Séptimo Arte, Chan-wook nos regala una cinta
llena de inesperados giros de guión y con tres partes claramente diferenciadas para
narrar lo que acontece en pantalla desde distintos puntos de vista. Suspense,
misterio y, de propina, un puntito de morbo otorgado por una excelente escena
de sexo lésbico. Canela en rama.
7.- Comanchería. Un thriller polvoriento y sudoroso
que, dirigido por el británico David Mackenzie, nos traslada a la América rural
de Nuevo Méjico para contar la historia de un par de hermanos que, con el fin
de saldar una deuda familiar con los bancos, se dedican a asaltar pequeñas
agencias de una entidad bancaria muy concreta ante la atenta mirada de un
obstinado y cascarrabias sheriff local que, a punto de jubilarse, intentará
atrapar a los atracadores. Su compacto guión y la fuerza del personaje del
policía creado por un impresionante Jeff Bridges aún en plena forma, así como
los buenos trabajos de unos sorprendentes Chris Pine y Ben Foster, hacen de
ésta una de las mejores propuestas del año. Si a todo ello le suman un puntito
de humor de lo más cínico, un inevitable toque de tragedia y la solidez de la
crítica social y política que lleva implícita su argumento, tendrán un
film de visión obligatoria. Para sacarse el sombrero.
6.- Mustang. Un interesante y compacto melodrama
que, por su magnetismo e interés crítico fue nominado al Oscar a mejor película
de habla no inglesa. Dirigido por la debutante Deniz Gamze Ergüven, una mujer
turco-francesa, nos narra el periplo que sufrirán cinco hermanas huérfanas de un
pequeño pueblo al norte de Turquía, cuando sus familiares más cercanos (una
abuela y su tío) decidan encaminarlas hacia el matrimonio. Un soberano mazazo al
patriarcado y a las insanas costumbres religiosas y sociales de un país que, a
pesar de su explícita dureza, no renuncia al sentido del humor para afrontar
alguno de sus pasajes. Un claro grito a la libertad que cuenta, además, con las
brillantes interpretaciones de sus cinco jóvenes protagonistas. Emotiva y
sorprendente.
5.- Que Dios Nos Perdone. Un thriller duro y
compacto, ambientado en 2011 durante la visita del Papa a un Madrid que nunca
con anterioridad se había retratado de una manera tan decadente como lo hace su
director, Rodrigo Sorogoyen. Llena de iconografía religiosa y buscando los
barrios más abandonados de la capital, nos narra la historia de dos policías de
caracteres completamente diferentes -uno calmado, tartamudo y solitario (genial
Antonio de la Torre) y el otro tocado por un pronto violentísimo (brillante
Roberto Álamo)-, que se enfrascan en la caza y captura de un serial killer al
que le encanta asesinar a mujeres ancianas. Un film policiaco distinto, que
rompe con los típicos y tópicos de las buddy movies norteamericanas y que, aparte
de resultar acertadamente crítica con la sociedad actual, acarrea un mucho de
melodrama en su haber. Traumas del pasado, religión enfermiza por un tubo y, de
propina, un fuerte sablazo a la incompetencia de ciertos mandos del cuerpo
policial. Francamente, una gozada. Y atención a la sorprendente caracterización
de Javier Pereira.
4.- Suburra. Un thriller de connotaciones políticas
que, ambientado en la Roma del año 2011, nos muestra las especulaciones que
llevan a cabo un grupo mafioso de la ciudad, con la complicidad de algún que
otro senador, para convertir al barrio romano de Ostia en un nuevo complejo
urbanístico, lleno de casinos, similar a Las Vegas italiana. Dirigido por
Stefano Sollima, éste es un film contundente que, en su narración, no deja
títere con cabeza. Por pantalla circulan todo tipo de raras avis: sacerdotes,
el mismísimo Papa, mafiosos, gitanos, prostitutas de lujo y, cómo no,
politicastros dispuestos a vender a su propia madre sin con ello sacan tajada
de algo. Violenta, seca y terroríficamente real; por momentos, puede
recordarnos a algunos sucesos acaecidos en nuestro propio país. Chantajes, crímenes,
corruptela, venganzas, traiciones y un mucho de tensión dramática. Precisa y
densa. Lástima de su mala carrera comercial en España. Hay que recuperarla
cuanto antes.
3.- La Punta del Iceberg. Una feroz crítica a la
explotación laboral que arranca con la investigación que ha de realizar una mujer,
alto cargo de una empresa multinacional, para aclarar los suicidios de tres
empleados de su misma compañía. Un film duro, deprimente y que, con total
claridad, muestra los efectos de la puta crisis en los entramados de una
empresa que ha decidido apretar en exceso las tuercas a sus trabajadores. Un
thriller laboral que se apoya, principalmente, en una brillantísima Maribel Verdú
quien, con total solidez, compone un personaje ambiguo con distintos registros
interpretativos. Dirigida por el debutante David Cánovas, lo peor de este
producto es su mala carrera comercial en España, al igual que ha ocurrido con
Suburra. Y es que, por desgracia, muchos espectadores prefieren mantenerse al
margen de ciertas situaciones que creen que no van con ellos. Sobria y real
como la vida misma. A recuperar con urgencia.
2.- El Renacido. 156 minutos de cine en estado puro
ofrecidos por Alejandro González Iñárritu. Un remake, en nada encubierto, de
El Hombre de una Tierra Salvaje de Richard C. Sarafian, en el que un cazador de
pieles, en 1820 y durante una de sus largas incursiones por los bosques, es
abandonado por sus compañeros de trabajo tras ser atacado de forma furibunda
por un oso. Sus tremendas ganas de vivir y el ansia por vengarse de uno de los
tramperos, harán que, poco a poco, vaya sobreponiéndose a sus numerosas heridas
para encaminarse hacia la meta marcada. El protagonismo del film recae en un
insuperable Leonardo DiCaprio y en un contundente Tom Hardy, pero quien en
realidad se lleva el gato al agua es el oso que ataca al personaje del primero
a través de una vibrante escena que no me cansaría de visionar y en la que,
curiosamente y sin notarse en absoluto, los efectos digitales juegan un papel
determinante. A destacar la elegancia y brillantez
con las que Iñárritu ha tratado su propuesta, tanto desde el aspecto visual como
narrativo.
1.- Los Odiosos Ocho. O el segundo western de la brillante
carrera de Tarantino tras su excelente Django Desencadenado. De nuevo, aunque
de forma más específica, vuelve a dejar claras las influencias del llamado
spaguetti western en su particular universo cinematográfico y, a partir de
ellas, desarrollar una tensa historia narrada en dos únicos escenarios: una
primera parte que transcurre a bordo de una diligencia en medio de un paisaje
nevado y, una segunda, que sucede íntegramente en el interior de un refugio, lugar
en el que convergerán una serie de personajes con intereses muy perversos y en
donde la mentira y el engaño se convertirán en el gran protagonista. Un sinfín
de diálogos inteligentes, sin desperdicio alguno y, por supuesto, no exentos de
ese sentido del humor tan característico y gamberro que ha marcado el estilo
del director. Humor, tensión, un mucho de racismo latente y un toque de brutalidad
al más puro estilo “aquí te pillo, aquí te mato”. Toda una gozada a disfrutar.
Y, durante los inicios del año que está a punto de
nacer, lo más peor del 2016.
Por cierto, me olvidaba: ¡Feliz Año Nuevo!
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