19.11.13

Trapicheando con carne prohibida


Un Cerdo En Gaza significa el debut como director del periodista y escritor franco-uruguayo Sylvain Estibal. Su ópera prima no es más que una sencilla comedia, totalmente bienintencionada, que aboga por la reconciliación de israelitas y palestinos bajo el prisma del humanismo y el sentido del humor.

Su gracioso e insólito punto de partida es excelente: un pescador palestino, vecino de Gaza, atrapa entre las redes de su barco a un inmenso cerdo, animal caído al mar seguramente de otra embarcación. Como musulmán, ante un bicho de carne prohibidísima por su religión y creyendo que se trata de un castigo divino, piensa en primer lugar en deshacerse de él. Pero su precaria situación económica le hace plantearse la posibilidad de venderlo, aunque sea a través de conductos un tanto ilegales.


Estibal, en su primera parte, se muestra ingenioso en muchísimos aspectos, incluso atreviéndose con la inserción de algún que otro chiste ciertamente escatológico. Explota de forma controlada y efectiva la vis cómica de su excelente actor protagonista, Sasson Gabai (un hombre que domina a la perfección el gag físico), al tiempo que retrata, de manera espléndida y mediante un perspicaz y gracioso tono satírico, la dificultad de vivir en un enclave fronterizo como Gaza, situado en el eje del conflicto, justo entre el bloqueo israelita y la vigilancia severa de los islamitas que controlan la zona.


La cosa funciona más o menos bien, hasta que llega el momento de enfrentarse a la recta final y a una resolución más o menos digna. Tanto ha enmarañado la historia del pobre pescador y su cerdo que, aparte de caer en la mayor de las astracanadas, apuesta por un cursi y sonrojante epílogo al más puro estilo del Viva La Gente; la manera más tonta de cargarse, de un solo plumazo, todo lo anteriormente expuesto. 

Un film original en su planteamiento, divertido en su desarrollo y patético en su conclusión. Tal y como decía Billy Wilder, "nadie es perfecto".

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