16.11.12

Dos hombres, un destino y dos finales


Con Salvajes, Oliver Stone se reinventa a sí mismo alejándose un tanto de su cine habitual aunque sin renunciar a su peculiar forma de filmar. O sea, sigue con su acelerado montaje y esa pasión por experimentar con formatos cinematográficos distintos y virajes de color. Para entendernos, su nuevo film está mucho más cerca de la brutalidad excesiva de Asesinos Natos y de la delicatessen noir que supuso su brillante Giro Al Infierno que de la revisión de la historia de la Norteamérica actual que han supuesto títulos como Nacido el 4 de Julio o JFK.


En Salvajes mezcla una historia de amor triangular con el sórdido mundo de los carteles de la droga mejicanos. Basándose en la novela homónima de Don Winslow y permitiéndose ciertas licencias en su adaptación (como sucede en su episodio final), enfrenta a dos jóvenes y a la chica que comparten con un grupo de traficantes que pretende absorber su negocio de cultivo y contrabando de marihuana de primera calidad.

Los tres amantes tienen su sede en la costa californiana, en Laguna Beach; una California playera a la que Stone retrata destacándola de forma lujosa y atractiva, tal y como si sus protagonistas vivieran dentro de un video-clip musical. Una suntuosidad visual que, sin embargo, no esconde las miserias humanas de una sociedad dispuesta a autodestruirse.


Un trabajo violento, plagado de escenas de una fiereza radical y que, sin embargo, sabe contrarrestar y suavizar gracias al toque romántico que le otorga al dibujo de sus tres jóvenes y guapos (demasiado guapos) protagonistas; un retrato, por otra parte, con regusto a Jules Et Jim y a Dos Hombres Y Un Destino, título este último al que le dedica un explícito guiño. En contrapartida y en la parte más oscura y gamberra, un orondo y magnífico John Travolta en la piel de un policía con mucha facilidad para dejarse sobornar y un magistral Benicio del Toro dando vida a un sicario con muy pocos escrúpulos, sin olvidar a una descomunal Salma Hayek (con pelucón incluido) como la jefa del cartel de Baja.


Sexo, decapitaciones, secuestros, torturas, violaciones, tiroteos… Un poco de todo servido con cierto autocontrol por Oliver Stone. A buen seguro, si el cineasta hubiera rodado esta película justo en la época de la citada Asesinos Natos, habría resultado bastante más rotunda. Incluso, posiblemente, no hubiera insertado ese doble final (de un romanticismo exacerbado) que, a pesar de su cinismo para con las instituciones, suaviza la dureza de la novela original.

4 comentarios:

lydon5 dijo...

Don wislow: de cada libro saldría una buena pelicula.

El Señor Lechero dijo...

La película estuvo muy entretenida y es un retrato del Méjico de los tópicos según el lado más chungo: la frontera, la droga, la violencia... y el Chavo del Ocho.

El Señor Lechero dijo...

Por cierto, hoy me he despertado con la noticia del fallecimiento de un grande: Miliki nos ha dejado y se ha reunido con Gaby y Fofó.

Spaulding dijo...

Todo un referente de mi infancia se ha desvanecido por completo. Snif.