3.11.11

El aprendiz de playboy


Crazy, Supid, Love hace gala de un inicio que, dentro del estándar de las comedias sentimentales, hasta resulta original. En él, una mujer casada, con dos hijos y con 18 años de matrimonio a cuestas, le suelta de sopetón a su marido la intención de solicitarle el divorcio. Así, de buenas a primeras y alegando que se ha acostado con un compañero de trabajo. La respuesta del marido, estupefacto ante tal confesión, es bajarse en marcha del automóvil que ella conduce. Una situación patética y al mismo tiempo grotesca que, plasmada con un cínico sentido del humor, parece anunciar una prometedora película.

En realidad, todo se queda en su inicio. De nada vale su espléndido casting (Steve Carrell, Julianne Moore, Ryan Gosling, Marisa Tomei, Emma Stone y Kevin Bacon). Por muy atractivo que sea, su propuesta se queda en agua de borrajas ya que sus dos directores, Glenn Ficarra y John Requa (los mismos de Philip Morris ¡Te Quiero!), optan erróneamente por sacarse de la manga una historia totalmente insostenible con el fin de aguantar sus casi dos horas de proyección: la de la relación que se establece, una vez separados, entre el marido (un tipo extremadamente clásico e incluso timorato) y un joven playboy que se erige en su maestro en el arte del ligoteo. Una relación ésta que pocas diferencias ofrece, salvando las distancias, con las comedias españolas que, en los setenta, protagonizaron gente como López Vázquez o Alfredo Landa bajo la batuta de Pedro Lazaga o Mariano Ozores.

Incluso Crazy, Stupid, Love se me antoja una película truculenta ya que, para llegar a su desatinado final, aprovecha un personaje que aparece esporádicamente a lo largo del metraje y lo inserta bruscamente en el universo del matrimonio a punto de divorciarse y en el del playboy con ínfulas de educador para, con ello, crear un enredo de proporciones gigantescas pero totalmente ridículas.

Una comedieja norteamericana más, en donde los típicos y tópicos se suceden uno detrás de otro y que, en definitiva, sólo sirve para confirmar que Julianne Moore últimamente hace muy bien de Meryl Streep. Y es que ni la presencia de la siempre estimulante Marisa Tomei, en el rol de una maestra de escuela ex alcohólica, logra salvar este título.

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