Viernes 13 de octubre, penúltimo día del Festival.
Una jornada que empezó con Jupiter’s Moon, la cinta húngara que se alzó,
finalmente, con el premio al mejor largometraje de esta edición. Una extraña
mezcla entre el cine de superhéroes y la denuncia política que se abre ,de forma
frenética y atractiva, con la masiva entrada de inmigrante cruzando de forma
ilegal una frontera mientras son tiroteados sin miramientos por la policía. En
Jupiter’s Moon hay un poco de todo: un ilegal herido capaz de levitar, médicos
corruptos y polis con demasiada mala leche. La primera parte engancha, tanto
por su atípico planteamiento como por su cuidadísima realización (a pesar de
abusar un tanto de la cámara en mano), pero luego la cosa se complica en exceso
y el guión empieza a hacer aguas por todas partes. En definitiva, se trata de
un indigesto cóctel entre el cine de Costa-Gavras y los X-Men.
Si con A Day ya tuvimos un homenaje, muy a la coreana, de
Atrapado en el Tiempo, ahora se vuelve a repetir guiño al magistral bucle
temporal urdido Harold Ramis con Feliz Día de tu Muerte, una película
norteamericana que, dirigida por Christopher Landon y dirigida claramente al
público adolescente, nos enfrenta al caracolillo diario que vivirá una joven
estudiante para evitar que, al final de su jornada, sea asesinada de nuevo. La
cosa, aparte de una buena factura, tiene su gracia, pero al final acaba
cansando. Entre que su guión se me antojó excesivamente facilón y que su joven protagonista
femenina, una tal Jessica Rothe, me pareció de lo más soso, no acabé de entrar
del todo en una propuesta poco original y llena de guiños a montones de films
con asesinos portadores de caretas diversas y especializados en degollar a teenagers. Poca
cosa, aunque para muchos (de forma sorprendente) resultó de lo más refrescante.
El día lo cerré con Survival Family, una simpática
producción japonesa que, a medio camino entre la comedia y el cine de aventuras
apocalípticas, coloca al espectador en la piel de los miembros de una familia de
Tokio, los Suzuki, cuando estos ven trastocada su rutina social y laboral
habitual al quedarse todo el país sin electricidad. Dispuestos a iniciar un
nuevo tipo de vida, deciden abandonar la ciudad y buscar un nuevo lugar en el
que instalarse. Una correcta cinta, cargada de buenas intenciones que, sin
embargo, peca de alargar en extremo su metraje (cercano a las dos horas), lo cual
acaba influyendo en el estado de ánimo de un espectador que, a la hora y media,
ya ha sufrido todo lo sufrible por los avatares por los que han de pasar los
Suzuki.
Y en el próximo post, el final de la 50ª edición.
1 comentario:
Pues tienen mu buena pinta esta películas, ahora que en vacaciones tendré más tiempo investigare sobre ellas.
¡Un saludo!
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