El sábado 17 de octubre,
se clausuraba la 48ª edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic
de Sitges 2015 al
tiempo que se hacían públicos los galardones de la misma; premios que pueden
consultar en el siguiente link.
Tres días después, desde
la placidez de mi domicilio y al igual que en años anteriores, inicio con este post un larguísimo artículo que iré
entregando a lo largo de los próximos días, reflejando mis impresiones sobre
todo lo que he ido viendo jornada a jornada.
El tinglado se abría con
La Bruja (The Witch), un film sobre brujería que, ambientado en la Nueva
Inglaterra del siglo XVII, enfrenta a una familia de campesinos con la aridez
del entorno y, ante todo, con la posibilidad de que una bruja haya sido la que
ha hecho desaparecer del mapa a su hijo más pequeño, un recién nacido. Una
cinta presuntuosa, que se mueve entre la pretendida belleza pictórica de sus
imágenes (a veces, pésimamente iluminadas) y un ritmo tan cansino como amuermante. Poca chicha en el asador y un mucho
de palabrería innecesaria para plantearle al espectador la posibilidad de que el
personaje de su esforzada protagonista femenina, Anya Taylor-Joy, esté perdiendo
la cordura o bien se vea imbuida por un sinfín de fenómenos esotéricos. Por mi parte, las
bostezos no se hicieron esperar y, a pesar de haber entusiasmado al gafapastoso
público de Sundance (festival que premió a Robert Eggers, su realizador nobel,
como mejor director), me quedé con la sensación de haberme aburrido con una pura
nimiedad con aparentes ganas de epatar.
A continuación llegó la
comedia Absolutely Anything (Absolutamente Todo), un entretenimiento tan
sencillo como resultón. Dirigida por uno de los Monty Python, Terry Jones, y
contando con la colaboración del resto de integrantes del grupo poniendo la voz
a un hatajo de peculiares extraterrestres, la cinta tiene muy poco que ver con
ese humor tan particular y corrosivo que exhibió la formación británica en sus
años dorados. La verdad es que se trata de una humorada bastante simplona pero
que, por su acumulación de buenos gags (totalmente celebrados por el público
asistente), hacían de éste un film ciertamente divertido, sin más. La cosa va de
un humano corriente al que una junta alienígena dota de un poder sobrenatural
que le permite hacer todo lo que le venga en gana con un simple movimiento de
mano. De protagonista, el todoterreno Simon Pegg, secundado a la perfección por la siempre estimulante Kate Beckinsale, en el papel de la alucinada vecina del
primero. Y, de propina, la voz del desaparecido Robin Williams, para dar vida al mejor personaje de la función: el perro Dennis.
La jornada, por ser el
primer día, acababa aquí. En siguientes posts, más, mucho más.
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