

Basada en la novela de la escritora Winifred Watson y ambientada en un Londres a punto de verse sacudido por los envites de la Segunda Guerra Mundial, la cámara nos acerca a un día muy concreto de la vida de Miss Pettigrew. La buena mujer, debido a su temperamental carácter, acaba de perder su último empleo como institutriz. Sola, en plena calle, sin un techo bajo el que cobijarse y de manera un tanto truculenta, conseguirá trabajo como secretaria personal de la joven Delysia, una muchacha desvergonzada y dispuesta a todo con tal de alcanzar la fama en los escenarios del West End. A pesar de sus distintos caracteres, entre las dos convertirán lo que parecía una jornada desastrosa en un día inolvidable.

Una imponente Frances McDorman (¡hacía tiempo que esta gran señora pedía un buen papel!) es la encargada de dar cuerpo a esa Pettigrew que, sin salir de su asombro y en pocas horas, pasa de la miseria más absoluta al lujo más rimbombante, mientras que una divertida y acelerada Amy Adams -esa rubita que saltó a la fama gracias a ese divertimento de la Disney llamado Encantada- corre con el rol más desmadrado, el de la libertina y poco escrupulosa Delysia.
Del bodevil (con claros guiños al mundo del teatro), abre sus miras, introduce nuevos personajes (todos perfectamente trazados en su presentación) y entra de lleno en la típica comedia de enredos con un suave y tierno toquecito emotivo (aquí no negaré que, en la última escena, hasta solté una lagrimilla). En un producto de esta índole, queda claro que los problemas del corazón no podían faltar. Se va de pasarelas y de guateques exclusivos para la jet set, atreviéndose incluso con un esmerado (aunque pequeñito) guiño al cine musical. Y nunca, nunca, cae en la astracanada. Su sentido del humor es de una sutileza envidiable, sobre todo en los diálogos que atañen a la Miss Pettigraw del título original, una anti Mary Poppins de mucho cuidado.
Los tópicos no faltan, pero están metidos en la trama a la perfección. La mujer pérfida y de ideas retorcidas (brillante Shirley Enderson en plan bruja malvada) o el hombre de buen corazón (Ciarán Hinds, majestuoso en su porte a pesar de su cara de pocos amigos), entre otros muchos caracteres, siguen fieles a su cita dentro del género y, con su presencia, dan aún más empaque a un guión y a una realización que sabe ir al grano en todo momento. Lástima que, de vez en cuando, al director se le va un poco la bola y se extralimita con innecesarios (y petulantes) movimientos de cámara. Un "pero", este último, totalmente perdonable vistos los resultados finales.
Una comedia fresca, vibrante, llena de nervio y con diálogos y situaciones inteligentes; como las de antes, sin más. Y, al mismo tiempo, un ejemplo indiscutible para aquellos que siguen diciendo que, en la actualidad, no se escriben papeles interesantes para mujeres.
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