Lucy sigue la estela del cine de acción habitual de
su director, Luc Besson; un Besson que, en esta ocasión, mezcla su adrenalínico
estilo con una parte final más reflexiva y con pretensiones filosóficas.
La cinta arranca en en Taipéi (Taiwán), lugar en
donde nos presenta a Lucy, una chica norteamericana que cae accidentalmente en
manos de una banda mafiosa (encabezada por el mismísimo Min-sik Choi, el
protagonista de la sobrevalorada Old Boy) que, tras someterla a una operación
quirúrgica, le introduce en su estómago una bolsa conteniendo una gran cantidad
de una nueva droga sintética capaz de hacer que el cerebro humano pase a
funcionar del 10% de su capacidad al 100%. Convertida en una mula que ha de
trasladar la sustancia a otro punto del mundo, todo se irá a la mierda cuando
reviente el envoltorio en su interior y empiece a sufrir los efectos del nuevo estupefaciente,
transformándose en una especie de superhéroe con las horas contadas.
El inicio es prometedor. Tiene suficiente
empaque como para enganchar al espectador en su trama. Besson, con sus bien
filmadas escenas de acción y tensión, demuestra dominar el género como nadie,
mientras que Scarlett Johansson da totalmente el pego en el papel de una mujer
que, por arte de birlibirloque, se transmuta en un simulacro de autómata
dispuesta a todo para salvarse de una muerte segura.
De Taipéi a París (Francia), no sin antes haber
dejado por el camino un sinfín de pasajes en donde el artificio “bessoniano” funciona a las mil maravilla (magnífica la escena del quirófano en un hospital
taiwanés). Y en París la cosa sigue funcionando a un ritmo trepidante, al
tiempo que insertas algunas escenas en donde un Morgan Freeman un tanto perdido y en plan didáctico, corre con un personaje, mitad científico mitad filósofo,
que va instruyendo a la platea sobre los misterios del cerebro humano.
Hasta aquí, todo bien. Tiroteos, asesinatos y
persecuciones por las calles de la capital francesa y, todo ello, sin tratarse de la
película más acelerada de la filmografía de su autor. Un entretenimiento
en toda regla que, sin embargo, se desmorona durante su último cuarto de hora
de realización, cuando Lucy se queda sin batería y apuesta por una “colgada”
de padre y muy señor mío. Besson se disfraza de Kubrick e intenta emular, de forma fallida
y muy empalagosa, las divagaciones finales del magistral 2001, pero sin
fuerza ni interés alguno. Una lástima.
En definitiva, un estimulante film de acción y
ciencia ficción que se pierde por culpa de su gran paja mental final.
6 comentarios:
La peli es una de esas demostraciones de los franceses de que pueden hacer películas de acción tan bien como los estadounidenses. Una vez asumes la premisa que plantea (negada de forma fehaciente por cualquier científico que haya trabajado con el celebro) te sientas a disfrutar. Me encanta esa fumada final por la ausencia de divinidad que plantea.
A mí, como tenía como expectativa encontrarme con una caca de la vaca, no me desilusionó al quedarse en caca de ternero. Se trata de aceptar lo que dice y ya está, incluso aceptar las caras de panolis de todos los científicos durante toda la película.
Por cierto, ya que habla de Old Boy, anoche la vi en una cadena de TV de esas pequeñas y, entre usted y yo y ahora que no nos escucha nadie, me pareció pura bazofia. Vamos, que opté por irme a la cama.
Es mucho mejor el Old Boy que hizo el año pasado Spike Lee que la clásica.
Por cierto, que la Escarlata Yojanson se está aficionando a los papeles "con mensaje" digitales. Será la Mayor Kusanagi en la adaptación de "Ghost in the Shell", ese manga que los Guachosquis fusilaron para hacer "MATRIX".
P. S. Micer Caligae ¿por dónde anda el Crítico Maldito?
Don Leches, un par de cosas le digo:
1. ni idea de donde anda don Maldito, por aquí no se pasa...
2. No jorobe con Ghost in the Shell!! pues no era aburrido ni nada, al nivel de aquel tostón de manga inaugural que fue Akira...
No fastidio, pero ya han anunciado la adaptación y la presencia de la chica.
P. D. ¡Don Maldito, malditifiéstese!
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