Tras haber aburrido soberanamente a las plateas con
esa palizón pasado por agua que significó Cuando Todo Está Perdido, J. C.
Chandor, con su nueva propuesta, El Año Más Violento, retoma el buen pulso
narrativo que ya esgrimió en la estupenda Margin Call y nos acerca a una historia de
supervivencia y honradez ambientada en la ciudad de Nueva York a principios de
los años 80.
Abel Morales (un espléndido Oscar Isaac) es un
emigrante hispano que, tras casarse con Anna, la hija de un poderoso empresario
que tejió su compañía de manera bastante oscura, compra la firma de éste e
intenta sacarla adelante de forma honrada, esquivando los tejemanejes
corruptos, las sospechas infundadas de la fiscalía y enfrentándose a otros empresarios
del sector: el del suministro de fuel para calefacciones.
La cinta, filmada con un academicismo ciertamente
loable, resulta sobria, perfectamente perfilada y está dotada de un guión al
que no le sobra absolutamente nada. Afronta el tema de las mafias y la
corrupción empresarial desde el lado opuesto, el de un hombre que quiere salvar
su negocio de forma honesta, a pesar de las presiones que nacen de su propia
esposa, una mujer dura y sin escrúpulos a la que da vida, de forma contundente,
una Jessica Chastain que, en esta ocasión y teñida de rubio, se acerca de forma
magnífica a un rol totalmente distinto a los que la chica nos tiene
acostumbrados.
De fotografía fría y ambientes sórdidos, J. C.
Chandor construye un thriller atípico que, con un mucho de melodrama en su
haber, arropa el retrato de un pequeño imperio empresarial que, por momentos,
nos acerca a cintas de una época muy concreta ya que, en varios de sus pasajes
y a pesar de tratar temas distintos, a uno le pasan por la cabeza imágenes de
cintas como Serpico de Lumet o de la mismísima trilogía de El Padrino del
maestro Coppola.
Narrada de forma calmada y sin prisas, El Año Más
Violento, contiene, al mismo tiempo, escenas de acción dignas del mejor cine de
género, como sucede con una persecución entre un automóvil y un camión robado
que culmina a pie, de manera muy a lo French Connection (¡qué grande era
Friedkin!), corriendo por escenarios ciertamente fantasmagóricos y junto a las
vías del tren de una Nueva York gris y un tanto espeluznante.
Cine serio y compacto, del que hay que tener en
cuenta. Un bravo para un Chandor que, en este trabajo, se muestra capaz de
aproximarse a los grandes del Séptimo Arte sin desentonar en absoluto.
Tenía mis dudas en ver esta película, no lo llevaba yo muy claro. Ya veremos qué hago... por cierto, que Map To The Stars ha durado en cartel "na y menos" y ahí me he quedado, sin verla.
ResponderEliminary ahora saco la pala:
Geoffrey Lewis, el papá de Juliette Lewis y el colega de Mr. Eastwood, ha pasado a mejor vida... o a peor vida... o a otra vida... o a ninguna vida... vaya, que se ha muerto.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/04/08/actualidad/1428484010_672377.html
Desconocía que don Geoffrey fuera el padre de doña Juliette, pero sí le recuerdo como el eterno secundario de mil y una películas y series. Desde "El gran combate" hasta "Autopista hacia el cielo". Esos ojos claros que lo mismo valían para un colega de fatigas que para un timador redimido.
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