Hasta el momento, La Isla Mínima se me había ido escapando. No por falta de ganas, sino por falta de ocasiones y de tiempo. Ganas le tenía desde que se estrenó a finales del pasado mes de setiembre. Y el último fin de semana, por fin, pude disfrutar de su visionado: uno de los mejores thrillers que ha parido el cine español en años. Duro, contundente y sobrio; una cinta policiaca modélica, capaz de reflejar al mismo tiempo una época de cambios en una España embadurnada que aún se resistía a deshacerse de la ponzoña que había quedado tras cuarenta años de franquismo.
Ambientada en setiembre de 1980, narra la llegada de
dos policías de Madrid a un pequeño pueblo de las marismas del Guadalquivir
para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. El par de
detectives son Juan y Pedro: el primero, un agente de métodos aún bastante
anclados en el pasado; el segundo, de mirada más abierta y
democrática. Ambos, no muy bien vistos por altos organismo policiales por
cuestiones de distinta índole, han sido relegados provisionalmente al lugar para
cumplir una especie de castigo nunca declarado como tal. Pero todo cambiará
para la pareja de investigadores cuando aparezcan los cuerpos mutilados y sin
vida de las jóvenes desaparecidas. Algo muy purulento se cuece en la zona desde
muchos años antes de estos dos asesinatos.
Tras haber hecho sus pinitos en el género con el irregular Grupo 7, su film anterior, Alberto Rodríguez, su director,
vuelve a contar con el apoyo de su guionista habitual, Rafael Cobos, para urdir
una trama inteligente que, sin fisuras y con varios y sorprendentes giros
argumentales, ayuden a montar el rompecabezas propuesto desde los primeros minutos de
proyección. No hay nada que se le escape en su devenir: la historia policiaca
es rotunda, la relación entre los dos agentes y su forma de llevar a cabo la
investigación resulta de lo más creíble y su final, sin un solo cabo suelto, es
para helar la sangre al más pintado.
Juan y Pedro o, lo que es lo mismo, Javier Gutiérrez
y Raúl Arévalo, la pareja ideal para dar vida a esos policías que, llegados de
la gran ciudad, han de enfrentarse a una sociedad arcaica en medio de un país
convulso que intenta dejar atrás una herencia de mierda. Cada uno de ellos, de
manera magistral, haciendo completamente suyos a sus respectivos personajes: el
primero, Gutiérrez, cargando con el más espeso de los dos y, el segundo,
Arévalo, dotando de personalidad propia a un detective hastiado de pertenecer a
una institución que sólo le depara malos rollos. Y es que ambos, cada uno en su
estilo, están insuperables.
Y allí, dominando todo el cotarro, el tercer y gran protagonista
de La Isla Mínima, esas marismas del Guadalquivir que han sido retratadas desde
el aire como un paraje de ensueño por la cámara de Álex Catalán para, desde a
ras de suelo, transformarlas en una planicie sofocante, fangosa e incluso
desesperante. Una mutación paisajística que acompaña a la perfección el
avance argumental de la cinta.
Un serial killer a la española y de gran envergadura
que poco tiene que envidiar a True Detective, esa prestigiosa serie
norteamericana protagonizada por Woody Harrelson y Matthew McConaughey, con la
que se le ha comparado en muchas ocasiones.
De haberla visto en su fecha de estreno, a buen
seguro la hubiera situado entre los primeros títulos de Lo Más Mejor del 2014.
Es sencillamente impresionante.
Ya me extrañaba a mí no verla en lo más mejor del 2014!! Mire que se lo dije y no me hace usted caso... ays...
ResponderEliminarEstupendísima la película esta. Javier Gutiérrez estupendo por todas partes. Ya lo estaba en aquella película tan bonita (sí, creo que la palabra es bonita) de Un Franco 14 Pesetas (sí que me gustó, sí... qué ha sido del que la dirigió? nunca más se supo o se supo poco, creo que hay una segunda parte pero no sé nada de ella... otro director español marginado porque no se apellida Trueba? que esos están hasta en la sopa!!)
Lo único, que no es tan grave ni mucho menos, es Antonio de la Torre. No sé qué le ven a este tío. A mí es que ni fú ni fá, no me parece para tanto. Todo el mundo diciendo que es un peazo actor, y a mí es que no, eh? que no es que diga que es malo, que no está al nivel de Eduardo Noriega, es que no me parece para tanto y venga todo el mundo a decir que es la leche. Tendré que graduarme las gafas.
La del Franco 14 pesetas, que no está nada mal, tiene una continuación patética (a punto estuve de ponerla entre lo peor del 2014). El director de ambas es el también actor Carlos Iglesias.
ResponderEliminarEn cuanto a Antonio de la Torre, yo soy de los que creen que es un muy buen actor.
Espero que La Isla Minima se lleve todos los premios habidos y por haber en los Goya de este año.
Totalmente de acuerdo, "La isla mínima" es un peliculón. Aun diría más, a mi gusto es la mejor película española en bastantes años. Quizás parezca exagerado, pero es que para sacarle algún defecto tendría que nombrar detalles nimios que poco afectan al conjunto de la película. Quedé muy sorprendido con Alberto Rodríguez por la forma inteligente de plasmar su excelente guión en pantalla.
ResponderEliminarPor cierto, ya que estamos cercanos a los Goya y aunque las comparaciones siempre son odiosas, con sólo cierta escena nocturna de acción, me atrapó más que en las tropocientas acuáticas de "El Niño".
No obstante, don Spa, le reconozco que Antonio de la Torre estaba más que bien y daba un miedo que pa qué en Balada Triste de Trompeta, la que para mí es la mejor película de Alex de la Iglesia. Ahí sí que se salía por los cuatro costados. Después estuvo aquella del caníbal que me pareció un tostón...
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