Presentada en la penúltima edición del Festival de Cinema Fantàstic de Sitges y precedida de la buena acogida del público y la crítica, llega a nuestras pantallas, con un largo año de retraso, Coherence, el debut como director en el mundo de los largometrajes de James Ward Byrkit, el que fuera uno de los guionistas de Rango, ese divertido homenaje al western en clave de cinta de animación.
Considerada un tanto prematuramente por muchos como una película
de culto, Coherence se adentra en el género fantástico, a través de la ciencia
ficción, de forma grátamente intimista, ya que su acción transcurre
prácticamente entre las cuatro paredes de la casa de una joven que, junto con
su marido (un actor en paro pillado por el alcohol), ha invitado a seis de sus mejores
amigos para celebrar una cena la misma noche en la que un cometa (el llamado
cometa Miller) ha de pasar a pocos quilómetros de la Tierra.
La llegada del cometa es inminente. Los móviles de los
comensales se quedan sin cobertura. Apagones de luz. Golpes y ruidos
misteriosos en el exterior de la casa. El buen rollo que teóricamente existía
entre los amigos, deriva hacia un enfermizo juego de tensiones internas y
recelos escondidos del pasado. Algo se masca en el ambiente y unas gotitas de
ketamina ayudan a potenciar aún más la paranoia colectiva; una paranoia que cada uno de
ellos expresará a su manera.
Inquietante y, por momentos, desconcertante y original.
Nada es lo que parece y todo es lo que parece. Un mecanismo plagado de misterios que
desemboca en puro terror y que contiene pasajes e imágenes ingeniosamente
turbadoras que no pienso desvelar para no chafarles el intríngulis de esta maliciosa
fábula.
Hora y media de lo más controlado, con sus subidas y
bajadas de tensión pertinentes. Ocho únicos, magníficos y no muy conocidos actores
conduciendo a la perfección sus respectivos personajes, a cual mejor descrito
gracias a un sabio guión (debido al propio director) que atrapa al espectador
en su alucinada y paranoica trama, casi un viaje al centro de la locura. Y lo más curioso del caso es que, tratándose
de un producto en la que la acción brilla por su ausencia para cederle el paso
a un sinfín de diálogos a cual más suculento, la cosa no aburre en absoluto. Al
contrario, engancha y entretiene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario