El director holandés Anton Corbijn, el mismo que
dirigiera la interesante El Americano, se instala en la ciudad alemana de
Hamburgo y, amparándose en una novela de John le Carré, con El Hombre Más Buscado se adentra en una historia de espías en la que convergen un par de delegaciones
internacionales, la CIA y la BND (la agencia de inteligencia extranjera del
gobierno alemán) en un mismo caso en el que, aparentemente, se ven implicados
un inmigrante checheno recién llegado al país y una presunta red ligada directamente
con el terrorismo islamista.
El gran reclamo de la cinta recae en su protagonista
principal, el llorado Philip Seymour Hoffman dando vida, en la que es su
obra póstuma, a Günther Bachmann, un espía alemán que conoce muy a fondo el
tema de la traición y de la manipulación de los informes secretos. Fumador
compulsivo, bebedor y destinado a Hamburgo debido a una mala experiencia en la
ciudad de Beirut, es el rol ideal para que Seymour Hoffman, gracias a su
inteligencia actoral, dotara de humanidad a uno de esos personajes
herméticamente gélidos del universo literario de John le Carré. Quizás no se
trate de una de sus mejores interpretaciones ya que, a pesar de cumplir a la
perfección con su cometido, en algún que otro momento se le nota un tanto
sobreactuado.
No busquen en El Hombre Más Buscado una cinta de
acción al estilo de las de James Bond. Mucho más próxima a títulos como El Espía Que Surgió del Frío o el más reciente El Topo, se trata de un trabajo
mucho más reflexivo sobre el oscuro trabajo de los profesionales de la
investigación y, ante todo, de las trabas que ambas agencias van poniendo a sus
respectivas indagaciones.
Ciertas lagunas narrativas no significan ningún problema
para que su complicada trama, llena de personajes y situaciones distintas, esté
tan bien perfilada que resulte perfectamente comprensible para el espectador, teniendo
su punto más álgido en su resolución final en donde, mediante un inesperado
giro de guión, quedan totalmente plasmadas las intenciones iniciales del director
y que no pienso desvelar (¡Tutatis me guarde!) para no chafarles el meollo de
la historia.
Un comentario aparte merece el trabajo de espléndidos secundarios
de la talla de Willem Dafoe, Rachel McAdams o Robin Wright quienes, de modo incuestionable, refuerzan la labor del desaparecido Philip Seymour Hoffman.
Un producto totalmente recomendable a los amantes del
espionaje más clásico y real y que, al mismo tiempo, se muestra capaz de recuperar las
coordenadas (puestas al día) de un género que tuvo su época de esplendor gracias a la llamada guerra fría.
Una gran película de espías donde se da uno cuenta que el Hoffman no estaba interpretando lo de estar hecho polvo y que la Wright (ex-Penn) se ha quedado con la cara paralizada.
ResponderEliminarSí. No está mal. Me gustó más "El topo", pero va en esa línea... Y coincido con el comentario de arriba. Parece notarse a Hoffman hecho polvo...ya no sabes si va con el personaje o que estaba así.
ResponderEliminarYo que esperaba con ansía la conversación del taxista para convencer a su cliente. No me esperaba ese final.
Un saludo.