The Pelayos es un claro intento de acercase desde España a la fórmula hollywoodiense de tratar cierto tipo de comedias en donde la figura de un casino tiene un relieve especial. Un cine pretendidamente
cool,
glamouroso y coral en el que cinco individuos se proponen desbancar la banca de varios casino basándose en las imperfecciones de la ruleta.

Basada en hechos verídicos protagonizados por
Gonzalo García Pelayo y unos cuantos familiares suyos durante los años 90, la cinta, dirigida por el catalán
Eduard Cortés, se acerca a la historia intentando copiar el estilo visual y narrativo de cintas como
Ocean’s Eleven,
21: Black Jack y otras similares. La intención es buena. Incluso, por momentos, la cosa tiene su gracia, pero se queda a medio camino en sus intenciones.
A
Cortés se le escapa la película de las manos, y ese toque
cool que pretende otorgarle se convierte en algo excesivamente cañí.
Spain is different. Ni su presupuesto da para mucho (el abuso de planos cortos y cerrados es todo un poema), ni su guión resulta todo lo ágil que sería necesario.

Lo mejor de
The Pelayos es la facilidad y rapidez con la que, con cuatro trazos, define a sus protagonistas: unos personajes tópicos pero totalmente funcionales dentro del tipo de producto propuesto. La lástima es la poca entidad que le otorga a su rol un poco expresivo
Daniel Brühl, quien queda totalmente apagado por el resto de un
casting mucho más a tono con sus respectivos registros y de entre los que destacaría a un sobrio
Lluís Homar, a un divertido (aunque de horrible dicción)
Miguel Ángel Silvestre o a un irritable
Eduard Fernàndez.

Un divertimento fallido, tanto por no alcanzar sus metas como por la pretensión de querer competir con un género y una forma de hacer cine totalmente distinta a la nuestra. Al menos, y eso ya es mucho, aburrir no aburre.
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