España, 1980. Justo un año antes, se había estrenado Rocky II. La fiebre provocada por el boxeador cinematográfico por excelencia iba en aumento en nuestro país; el momento ideal para que Mariano Ozores orquestara una de las parodias más populares de los films protagonizados por Sly Stallone. Anticipándose un par de años a la tercera entrega sobre Rocky Balboa, el realizador madrileño, contando con la inigualable presencia de Andrés Pajares y Fernando Esteso, puso en marcha su muy particular Yo Hice a Roque III.Un título claramente deudor de esa etapa destapista por la que pasó el cine patrio en la década de los 70.
Una docena de pezones bien lustrosos, unos cuantos culitos respingones y alguna que otra pelambrera vaginal en forma de triángulo, fueron las aportaciones de ciertas féminas de buen ver (de cuyo nombre ni se sabe) que, a base de mostrar al personal su cuerpo serrano, pretendían abrirse camino en la producción nacional. Como estandarte de tales jamonas y en un papel más lucido que ellas, allí estaba la ya citada Mirta Miller, la santa y sufrida esposa del tal Federico y que, en esta ocasión, se mostró bastante más recatada de lo normal ante la cámara. Una escenita de cama con Esteso y un achuchón con éste en la bañera es a lo máximo que se atrevió una mujer que, cuatro años antes y por su intervención en un film de Antonio Giménez Rico (Retrato de Familia), se convirtió injustamente en víctima expiatoria de los más moralistas del lugar al haber protagonizado, en el mismo, una escena de sexo con un menor de edad. Pederasta fue lo más flojo que se le llegó a decir a esta tentadora argentina de adopción española que, según cuentan malas lenguas, terminó siendo la amante de Alfonso de Borbón y Dampierre, el mismo que en 1989 acabara degollado, durante una trágica jornada de esquí, en la estación de Beaver Creek en Colorado.
La caspa al máximo nivel. Todos los tópicos del cine de Ozores vertidos en un mismo título. Visto uno, vistos todos. Malo, malo, malo... pero (aunque pueda parecer una contradicción) ingenuamente divertido. El otro día, revisándolo (o, mejor dicho, enfrentándome a él por vez primera), me reí con ganas en varias ocasiones. Es tal el delirio de algunas de sus escenas que resulta imposible quedarse indiferente ante ellas (magnífica la inacabable subida de escaleras, a lo Rocky. por parte de Pajares y Esteso, o la aparición, en el gimnasio de Paco, de un grupo de boxeadores deformes, delgados y ancianos).
Una obra de arte.
ResponderEliminarLa culminación del cine español
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarMasterpiece kitsch.
ResponderEliminarEscena de la bascula en youtube: "135 libras"
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