23.7.08

Odio a los superhéroes

Sí, tal y como lo leen: ¡Odio a los superhéroes! Estoy harto de soportar constantemente la misma película. Siempre idéntico patrón y similares líneas argumentales para desembocar, inevitablemente, en una lucha desbocada de titanes, en donde los efectos especiales y las imágenes digitalizadas campan a su libre albedrío.

En pocos días me tragué un par de ellas, en teoría de distinto signo y diferentes disfraces y formas con los que arropar a sus heroicos protagonistas. Y, a pesar del empeño de algunos por reivindicarlas, no ofrecen nada nuevo a los seguidores del género, pues ambas resultan totalmente intercambiables en muchos aspectos. No negaré que una de ellas es un pelín más digna que la otra, aunque en el fondo ambas amagan demasiadas coincidencias.

Iron Man, ya a punto de saltar de la cartelera actual, es la más correcta de las dos. Tampoco piensen que eso de la "corrección" la destaque en demasía de otras cortadas por el mismo patrón, pues su guión no va mucho más allá... a no ser por ese descafeinado canto antiarmamentista que destila y que, en el fondo, se me antoja tratado de un modo en exceso infantil.

Cómo no, la Marvel (que últimamente se está forrando gracias a los derechos de sus viejos tebeos) está detrás de este Iron Man (aka Tony Stark) interpretado por un polivalente Robert Downey Jr. que, sin lugar a dudas, se convierte en lo mejor del film junto con la magnífica interpretación de un casi irreconocible Jeff Bridges, transformado en la viva imagen física del profesor Bacterio, ese biólogo peculiar creado por la mente del gran Ibáñez.


El resto, es más de lo mismo: una primera parte en la que se muestra el nacimiento del superhéroe y su cambio ideológico, el posterior enfrentamiento con su socio en el negocio de las armas y la susodicha y previsible lucha final entre ambos. Cuatro chistes baratos amparados en la construcción definitiva de la armadura que cubrirá el cuerpo de Tony Stark; unos cuantos detalles que acercan a este personaje hasta la mítica figura de Howard Hugues y la presencia de una Gwyneth Paltrow más atractiva que de costumbre (aunque en plan mujer florero y con mínimas líneas de diálogo), suponen los toques definitivos para dejar el producto perfilado y listo para el consumo inmediato y la deglución masiva de palomitas.


El Increíble Hulk supone una nueva vuelta de tuerca sobre otro de los personajes clásicos de la Marvel trás la interesante visión (no demasiado bien acogida por el gran público) que diera de la criatura el director Ang Lee el cual, en esta entrega, ha sido sustituido tras la cámara por Louis Leterrier, un tipo más amoldable a los intereses comerciales de la productora que el taiwanés. Y es que, en definitiva, cuando una major se plantea una adaptación de este tipo, sólo piensan en el imperio de la taquilla; la seriedad queda aparcada a un lado. Cuanto más estúpido e infantil sea su guión, mejor les funciona. No es de extrañar por ello que, en su publicidad y en la propia película, se esconda cualquier tipo de referencia al Hulk del 2003.

Y con nuevo realizador, también han de salir nuevas caras en pantalla; rostros más populares que los de Eric Banna y la siempre espléndida (en todos los sentidos) Jennifer Connelly. Ahora Bruce Banner, el tipo verdoso e iracundo, es Edward Norton y ella, su abnegada y sufrida esposa, una atractiva Liv Tyler quien, en el film y para ayudar a su marido a descubrir un antídoto para paliar los malignos efectos que, en sus células, provocó una abusiva radiación de rayos gamma, deberá enfrentarse incluso con su propio padre, un militar malcarado que sólo pretende usar los poderes destructivos de su yerno como si se trataran de una nueva y revolucionaria arma de guerra.

El tira y afloja entre el terceto ya está a punto. Norton hace de Dustin Hoffman (como ya va siendo habitual desde hace tiempo), la Aerosmitha hace mohines mientras a los tíos se nos cae la baba desvistiéndola con la mirada y un envejecido William Hurt, de cierto parecido físico con Federico Luppi, se nos desmarca como el malo maloso de la función. Teniendo en cuenta que el Hurt no está para trotes y ha de durar para posibles próximas entregas, se le ha buscado un aliado más malvado y perverso a través del rol de Tim Roth, un sádico militar que no dudará en someterse a experimentos biológicos para transformarse en un monstruo tanto o más destructivo que el propio Hulk: el adversario ideal para batirse con Bruce Banner, cuerpo a cuerpo, en un típico y tópico final durante el cual, como mínimo, se destrozarán una buena cantidad de fachadas y automóviles; un apartado final que (dejando a un lado un curioso aunque innecesario cameo) posee un montón de elementos comunes con la contienda que mantienen, en la citada Irion Man, Robert Downey Jr. y Jeff Bridges.

Superhéroes para todos los gustos y colores pero que, en el fondo, terminan siendo demasiado parejos y repetitivos para resultar mínimamente atractivos. Odio a los superhéroes, cada día más.. aunque espero que el nuevo Batman me devuelva la confianza por un género que ya se me empieza a escapar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que? porfavor hay variedad algunos son ingenieros otros científicos detectives ninjas mercenarios sicarios antihéroes etc hay una gran gamma que debes ver