12.2.08

La noche cae sobre Manhattan

Ya ha oscurecido en Manhattan. Una fiesta particular se desarrolla en un amplio apartamento de la ciudad. Una velada organizada por un grupo de jóvenes en honor de un amigo que, a la mañana siguiente, ha de partir hacia Japón para tomar posesión de su nuevo trabajo. Alguien, con la ayuda de una cámara de vídeo digital, filma todo cuanto ocurre en el guateque. Cierto mal rollo se respira en el ambiente. Alcohol, recelos, aturdimiento, música, saludos... Todo se detiene cuando un fuerte vaivén azota el edificio. Algo ocurre en la isla. A lo lejos, unas cuantas y violentas explosiones sacuden a la ciudad entera. La pesadilla tan sólo acaba de empezar. Por delante, queda una larga e interminable madrugada.

El fantasma del 11-S aparece de nuevo entre los neoyorquinos. En esta ocasión, el ataque parece distinto e indefinido. Algo inconcreto y aberrante ha provocado otra vez el caos y el pánico en la isla. Tal es la virulencia de la arremetida que la emblemática Estatua de la Libertad ve seccionada su cabeza de cuajo. Hay que huir como sea, pero nadie sabe dónde, cómo ni porqué. El cameraman aficionado se erigirá en testigo de excepción de los inexplicables envites.


J. J. Abrams, el creador de la exitosa serie Perdidos, está al frente de la producción de Monstruoso y, dirigiendo el cotarro, Matt Reeves, un realizador con una larga experiencia en el campo televisivo. Ambos se han juntado para narrar una alegoría terrorífica -y con un mucho de ciencia-ficción-, sobre el fatídico 11 de setiembre del 2001. Dante y Godzilla unidos para poner al descubierto la confusión y el miedo del ciudadano de a pié. Un ciudadano impotente que, por primera vez en la vieja tradición del cine protagonizado por monstruos gigantescos y devastadores, acapara todo el punto de vista del film. Un punto de vista que se mueve entre la incertidumbre, el horror y el miedo a lo desconocido; un aspecto éste que, en el fondo, se convierte en lo más acertado e inteligente del producto. Algo caótico sucede en las calles, pero nadie sabe definirlo con exactitud. Sólo se conoce que el ejército está en posesión de un dossier ultrasecreto bautizado como Cloverfield Files.

La cinta es deudora de la (ya cansina) moda de la filmación cámara en mano. Redacted y [REC] son sus dos antecedentes más cercanos en el tiempo pero, al contrario que en estos, Matt Reeves no controla su desmesura a la hora de agitar y mover el objetivo en busca de los avatares que sufren sus protagonistas. Está claro que se trata de un efecto consciente, por parte del director, creado con la intención de potenciar al máximo la sensación de confusión que experimentan los vecinos de la ciudad aunque, a buen seguro, con un poco más de suavidad en su manejo se habrían ahorrado centenares de biodraminas entre los mareados espectadores.

En otros aspectos se muestra totalmente inteligente e ingenioso, tal y como ocurre con la capacidad de crear atmósferas tensas y homenajear, al mismo tiempo, a grandes títulos del Séptimo Arte, como King Kong e, incluso, si mucho me apuran, El Coloso En Llamas. Y no sólo sale bien parado en sus guiños al propio cine, sino que, yendo aún más lejos, se atreve a recrear alguna que otra escena calcada, casi plano a plano, de las filmaciones que recogieron, vía televisión, la caída de las dos torres gemelas.

Un film capaz de ahorrar presupuesto gracias al plantel de actores de baratillo del que echa mano (total, lo que menos importa en un producto de esta guisa es el apartado interpretativo); original en su propuesta; brillante en sus vibrantes pasajes de alta tensión y, finalmente, hasta capaz de minorizar la molestia visual del histeriosmo bamboleante con que se ha rodado, aunque para ello se haya ayudado de un ritmo trepidante y de la efectiva aplicación de sus numerosos efectos digitales. Le cuesta entrar en materia (sus primeros veinte minutos son repetitivos e innecesarios), pero cuando arranca no hay quién lo pare. Un entretenimiento en estado puro inspirado, según cuenta el propio J. J. Abrams, en la imagen que ilustraba el poster original de 1997: Rescate en Nueva York. Y es que lo de la cabeza degollada de la Estatua de la Libertad no tiene desperdicio.

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