1.2.06

Ustedes lo han querido: 2046

Hace un par de horas escasas que acabo de tragarme 2046. Les aviso de antemano: no es necesario que entre nadie en los comments para decirme que no he entendido nada. Y es que no he entendido nada. Nada de nada. Seré un palurdo, pero el film del Wong Kar Wai se me antoja una ladrillo de mucho cuidado. Una tomadura de pelo histórica. El filmar por filmar, para demostrar que domina la imagen al cien por cien y que, además, puede contar historias difíciles de discernir. De ese tipo de narraciones cargantes llenas de segundas lecturas y dobles sentidos. Un damerograma pretencioso realizado para epatar a la galería más docta. Un título al que algunos les pueda avergonzar el reconocer en público no haberlo comprendido, aparte de haberse aburrido como una ostra. Con este mismo tufillo hay centenares de obras consideradas maestras.

La película recupera a Wang Chow Mo, el personaje protagonista de su deliciosa Deseando Amar; un escritor que, en su soledad, rememora viejas historias de amor y las plasma, a modo de novela de ciencia-ficción, en su nuevo trabajo literario, el cual lleva el mismo título que el del film, 2046. Con un pequeño guiño (forzado) al delirante universo de Philip K. Dick (¿puede un humano enamorarse de un androide?) y una preciosista y detallista fotografía (en la que el humo del tabaco se convierte en una especie de enfermiza obsesión), Wong Kar Wai piensa que ya ha cumplido lo suficiente. Y, la verdad, eso es lo que parece, pues con ello ha obtenido el (inexplicable) reconocimiento de la crítica y un sinfín de galardones en prestigiosos festivales cinematográficos. No hay nada mejor que hacer un peñazo para que te acaben considerando.

Toda la emotividad que volcaba en su película anterior, en esta ocasión desaparece por completo. Mucha estética y poca chicha (a pesar de estar poblada de un buen número de chinitas espléndidas). Mientras en la primera se intuían perfectamente las decisiones y actos de su protagonista, ahora no hay quien descifre algunas de sus reacciones. Ni él mismo. Tanto adopta la posición de machista como la de un amante dulce con sus parejas. Mezcla la realidad -ambientada en la década de los sesenta- con algún que otro pasaje futurista, a través de un viaje hacia el año 2046 a bordo de un ferrocarril de tonos rojizos.

2046 es un número; un concepto etéreo; la habitación en la que tenía sus encuentros con su único y gran amor, la Zhen Su Li de Deseando Amar y, al mismo tiempo, un año en el que buscar refugio para no salir jamás de él. ¿Cómooooorrrr? ¿Un año para esconderse? Pues eso. Requiebros de la mente de un hongkonés pedante.

Retomar sólo la historia del film anterior no le daba para un largometraje, por lo que el Kar Wai, ni corto ni perezoso, se saca de la manga unos pedacitos insertados a lo Blade Runner y, en compensación, coloca ante la cámara a varias orientales (muy guapas todas ellas) para que vayan trastocando aún más al escritor deprimido. El tipo, en medio de sus pajas mentales, folla con una y más tarde con otra; las trata a patadas y luego, a pesar de estar colgado de su primer amor, acaba prendándose de una jovencita china que tiene sus ojitos (rasgados) puestos en un japonés. Tela marinera. Y el Tony Leung, el actor al que da vida al personaje en cuestión, opta por meter cara de merluza hervida en todos los planos, tanto si pega un polvo como si juega una partida de cartas. Un prodigio; el máximo heredero de Buster Keaton: inmutable al desaliento.

Aún no salgo de mi asombro. Sigo boquiabierto, papando moscas. A lo mejor, mañana la vuelvo a ver enterita, arrodilado en un reclinatorio. Hasta que la entienda, ¡qué caray! Si muchos sabios dicen que es una obra de arte, algo tendrá. Digo yo, vaya... Eso sí, repito: las chinitas están de rechupete. Menos da una piedra.

No hay comentarios: