16.9.04

Montreal-Paris, París-Krakosia, Krakosia-New York

Hace unos 10 años, más o menos, llegó a las pantallas una aburrida coproducción franco-española, cargada de buenas intenciones, que llevaba por título En Tránsito, dirigida por un tal Philippe Lioret e interpretada por Jean Rochefort y Marisa Paredes. La cinta narraba la historia, a priori real, de un tipo residente en Roma, con doble nacionalidad -canadiense y francesa- que, por razones del azar, aterrizó en el aeropuerto de París, procedente de Montreal, sin documentación alguna, siendo obligado por las autoridades a no salir de esa terminal sin ser identificado realmente.

La verdad es que se trataba de un tostón de padre y muy señor mío, jugando en todo momento a ser más kafkiano que el propio Kafka, plagado de irritantes segundas lecturas y contando, para ello, con un tiempo narrativo tan ralentizado como crispante. Extrañamente (no me pregunten el por qué), la cinta se ganó el respeto de la crítica más sesuda aunque, hoy en día, ni uno de ellos se acuerda de ese insignificante producto que, por suerte para los espectadores de aquel entonces, pasó con más pena que gloria.

Con ese patético antecedente, no me fiaba ni un pelo del nuevo trabajo de Steven Spielberg, La Terminal, el cual, como pueden suponer, coge la misma historia, aunque convirtiendo al personaje principal en un habitante de Krakosia, un país imaginario del Este de Europa que, al llegar al aeropuerto John F. Kennedy, se verá retenido en el mismo al haberse convertido en un apátrida tras ser derrotado su gobierno, durante su vuelo hacia Nueva York, después de un violento golpe de estado.

Entre ese argumento y sospechando que al rey Midas de Hollywood ya le tocaba hacer un muermo, acudí al cine dispuesto a someterme a los caprichos más edulcorados del realizador, pues tras dos títulos anteriores tan correctos (cada uno en su estilo) como Minority Report y Atrápame Si Puedes, hubiera sido lo más lógico. Temía que de nuevo volviera a darme un ataque de urticaria, acompañado de innumerables náuseas, tal y como me ocurrió con las nefastas Always (Para Siempre) y A.I. Inteligencia Artificial (esta última, mucho homenaje a Kubrick y mucha polla, pero una ñoñez impresionante)

He de reconocer que mis temores iniciales eran erróneos y, como si tal cosa, en menos de diez minutos de proyección, lancé todos mis recelos por la borda, me arropé bien en la butaca y me dejé llevar por un producto que, en cada escena, rezuma la esencia del gran Frank Capra (¿por qué narices este pobre hombre es mal visto por algunos, con lo bonitas que le quedaban siempre sus películas?) y en el que, como en los viejos productos del desaparecido maestro, un grupo de personajes buenorros y santurrones se ven aplastados por la presencia del malvado de turno, en este caso encarnada por un imponderable Stanley Tucci.

Un filme menor dentro de la filmografía de Spielberg que, sin embargo, aprovecha para montarse virguerías visuales en el interior de una terminal aérea -construida especialmente para el rodaje (¡toda una alucinada escenográfica!)-, perfectamente punteada por una delicada partitura del eterno John Williams y en la que escribe, además, un papel idóneo para un Tom Hanks que, en esta ocasión, no ha sabido estar a la altura, dotando al mareado turista "krakosio" de demasiados tics heredados de su oscarizado Forrest Gump. Pero esto es lo de menos; el actor cumple con su cometido (míinimamente, pero cumple), cae bien al espectador y, de paso, a pesar de sus múltiples (y divertidos) problemas idiomáticos, interpreta a un personaje con una gran virtud: saber escuchar. ¡Cómo envidio a ese personaje! ¡Qué difícil es, a veces, prestar atención al prójimo!.

Por cierto... ¿alguien me podría decir por que Catherine Zeta-Jones está mucho más joven que en títulos anteriores?

1 comentario:

David dijo...

No había leído esta entrada en su día (tampoco seguía tu blog por aquel entonces, claro).
Mira que disiento de lo de I.A (o A.I), que a mí me parece impresionante, pero no vamos a discutir ahora de eso. Igual otro día.

A mí me encanta Capra (es de mis favoritos) y tal vez por eso me gusta también el tono de esta. Peeeeeeero, ya que tú preguntas por lo de Catherine Zeta-Jones (ni idea, pero está guapísima en la peli), yo te pregunto otra cosa.
No sé si sabes que se rodó primero un final en el que Tom se iba en el taxi con ella. Es decir, la peli acababa con ella acompañándole a lo del jazz. Igual para ti ese final peca de ñoño, pero ¿no hubiera sido un final más "capriano" todavía? Final feliz con chico y chica juntos. Creo que la peli me gustaría más con ese final.