Gruñón, "malcarat" y criticón. Hace años perdió su sentido del humor en algún lugar recóndito y, en la actualidad, sólo sueña con retirarse al interior de una cabina telefónica.
De vez en cuando, la vida nos ofrece pequeñas joyas en bruto capaces de superar cualquiera de las grandes obras maestras de la comedia cinematográfica. Ahí abajo tienen un magnífico ejemplo.